‘Arte contra la violencia de género’: David Carvajal

Por Ruth Prada Yáñez – Equipo de voluntariado del Observatorio de Violencia

El pasado 11 de marzo 40 artistas se unieron para mostrar su compromiso  en el concierto Arte contra la violencia de género celebrado en la sala Clamores de Madrid. Cantautores, cantautoras y poetas se subieron al escenario para participar en más de 20 actuaciones en las que se combinó la lectura de sus propios poemas con temas musicales centrados en el tema común del rechazo a la violencia contra las mujeres. La recaudación del evento se destinará al Fondo de Becas Fiscal Soledad Cazorla Prieto, cuyo objetivo es dar apoyo a hijos e hijas de mujeres asesinadas por violencia machista.

Queremos que conozcas mejor la obra de las y los poetas que participaron en este evento:

David Carvajal Garrido se define como escritor, poeta, programador, profesor, loco, apasionado, creador, sinvergüenza. Es autor del libro de poemas de próxima aparición Tera(n)tología poética.

 

Sálvame, salvaje

Sálvame, salvaje,
de tus palabras de hiel,
de tus caricias de sangre.
Sálvame, salvaje,
del tétrico final
que no encaja ya
más allá de mis raíces.
Sálvame, salvaje,
de la locura de tu razón,
que nunca será motivo
para que nadie nunca haga
lo que tú haces conmigo.
Sálvame, salvaje,
de un siempre triste camino,
de caer junto a ti al abismo,
de hacer chocar tu mundo,
de romperlo, de hundirlo,
literalmente, con el mío.
Sálvame,
por favor,
salvaje.
No…
No.
NO.
Sálvate tú. Porque
mientras me privabas
de mi entera libertad
yo yacía en mi crisálida
esperando una oportunidad
para desplegar mis alas
y dejarte por fin atrás.
Sálvate, salvaje,
que ya me das tanta pena
que no quiero condenarte,
no quiero venganza,
más bien vayanza,
esto es, que te marches.
Sálvate, salvaje,
que no eres nada ni nadie
más que la mierda
que hay en mis zapatos.
Que por cierto, yo elegiré
si son de tacón o no.
No.
No.
No.
Sálvanos, salvaje,
haz lo que tú bien sabes
que no está bien
una más, una sola vez,
y verás lo que ocurre
cuando te diga a la cara
aquello que no quieres ver.
Sálvanos, salvaje,
que hasta los gorilas
son más hombres que tú,
hasta los hipocampos
conocen mejor
lo que es la vida,
hasta los zánganos
saben cuál es su función
y cuándo les llegará la hora.
No.
No.
Y no.
Yo no quiero ser tu impía mantis,
no quiero decapitarte
aunque tu cabeza esté tan perdida.
Yo solo quise ser tu amantis
y me dejaste sin brazos
con los que siquiera rodearte.
Sí.
Sí te quise.
Si tú quisieras.
Si te quisieras.
Sí quiero.
Si quisiera.
Ahora esta nuestra redención
empieza y termina con la cuestión
de mirarte tiernamente a los ojos,
besarte dulcemente en los labios
y no pronunciar la palabra perdón
sino aquella otra que creí
nunca te sería capaz de decir.
Adiós.
Mi salvaje.
Adiós.

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