Mujeres en Polonia consiguen frenar la reforma de la ley del aborto.

Lo apodaron «lunes negro». El día 3 octubre, miles de mujeres vestidas de negro con banderas del mismo color, marcharon por las calles de Varsovia, Gdansk y otras tantas ciudades de Polonia, exigiendo la inviolabilidad de los derechos sobre su cuerpo y su sexualidad.

El motivo de las protestas se centra en la nueva ley a trámite impulsada por el partido “ley y justicia”, formación de corte nacionalista-conservador, que gobierna el país con mayoría absoluta, desde octubre de  2015.

Las reacciones  en contra de la nueva propuesta de ley  no se hicieron esperar. El movimiento contó con cientos de miles de apoyos en las redes sociales, e incluso varias empresas dieron el día libre a sus empleadas en solidaridad con la protesta. Para aquellas que no tuvieron tanta suerte, desde diversas organizaciones feministas se las animó a faltar a sus puesto de trabajo, alegando malestares, o excusas similares.

La nueva ley no solo proponía penalizar a aquellas mujeres que iniciasen un proceso de interrupción voluntaria del embarazo, y sancionar más duramente a aquellos profesionales que se ofreciesen a tal práctica. Dicha iniciativa también planteaba la apertura de investigaciones en caso de aborto natural.

La actual legislación se remonta a 1993, y es una de las más duras y restrictivas en materia de derechos sexuales a nivel europeo, contemplando la interrupción del embarazo tan solo en  casos de violación e incesto, cuando represente un riesgo para la salud de la madre, y cuando el feto presente deformaciones graves.

Afortunadamente gracias a la movilización de miles de mujeres y a la presión ejercida por organismos internacionales, se ha conseguido paralizar dicha iniciativa de ley. En materia de derechos para las mujeres a menudo las noticias suelen resultar desalentadoras. Celebremos esta victoria, pero no olvidemos que al igual que en Polonia, todavía en muchos lugares, el aborto sigue siendo una alternativa ciertamente limitada, que contempla tan solo las situaciones de extrema gravedad. Esto quiere decir que aun se entiende y se mantiene como excepcionalidad, y no como un derecho pleno. Continuemos trabajando entonces,  para  que la interrupción voluntaria del embarazo, amplíe sus horizontes más allá de las cuestiones terapéuticas. La autonomía de nuestros cuerpos es motivo central de nuestras reivindicaciones.

 

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