Arturo Pérez-Reverte y el sexismo en el lenguaje

Por Lucía Alba López Rodríguez – Equipo de Trabajo del Observatorio de Violencia

 

La RAE vuelve a encabezar una nueva polémica en materia de sexismo. En esta ocasión, y ya no de manera excepcional,  el  académico Arturo Perez-Reverte publicó un artículo en el cuál explicaba cómo un grupo de maestrxs y funcionarixs  acudió en amparo de la institución, para tratar de frenar una iniciativa impulsada por la Junta de Andalucía. Dicha iniciativa consistía en lo que Pérez-Reverte consintió en denominar como “ridículo desdoblamiento de género”, o lo que es lo mismo (pero no es igual), la incorporación del lenguaje inclusivo en las aulas de los centros escolares de dicha comunidad. Algo que según el académico “excepto algunos políticos demagogos y algunos imbéciles, nadie utiliza en el habla real”.

Pues bien, el tema  saltó a las tribunas de la Real Academia de la Lengua, suscitando un “animado debate” entre aquellos que pugnaban por la redacción de una carta disuasoria a la Junta de Andalucía, y esos otros que, a juicio de Perez-Reverte, preferían esconderse detrás de su cobardía, y no menear asuntos de orden político. Finalmente la carta no se envió, sin embargo, esto no impidió que el veterano corresponsal de guerra, redactara un artículo de opinión, evidenciando la cobardía y la mediocridad de algunos de sus compañeros (“Y es que, como dije antes, en la RAE hay de todo. Gente noble y valiente y gente que no lo es. Académicos hombres y mujeres de altísimo nivel, y también, como en todas partes, algún tonto del ciruelo y alguna talibancilla tonta de la pepitilla. En Felipe IV sigue cumpliéndose aquel viejo dicho: hay académicos que dan lustre a la RAE, y otros a los que la RAE da lustre. Que acabaron ahí por carambolas, cuotas o azares, y deben a la Academia buena parte de lo que son, o aparentan ser, ahora”).

Ante semejante desplante dialéctico, su compañero, Francisco Rico, saltó al ruedo mediático, publicando un artículo en la sección cultural de el diario El País, titulado “Las académicas y los académicos”. En él se complace en señalarle a su compañero los varios “desdoblamientos de género” que aplica sobre las injurias vertidas en su artículo (algunas rematadas con ribetes encarecidamente machistas), y con tal evidencia Rico parece quedarse francamente satisfecho.

Inicialmente mi intención era la de escribirle una carta abierta al señor Perez-Reverte. Ya ves, como para recordarle, una vez más, lo que ni tan siquiera le interesa oír, algo en verdad infructuoso. Lo de este señor resulta flagrante (más aún si nos remontamos a anteriores publicaciones, como aquella tan sonada que llevaba por título “Mujeres como las de antes”)  pero quizás me escandalizo más al pensar cómo las intercesiones por la igualdad llegan a convertirse en simples armas arrojadizas. Aquí alguien dijo “inclusión”, o “género”, y se armó pronto el debate, sin embargo la verdadera bronca no involucra en lo más mínimo esta clase de términos. Parece tener más que ver con el tamaño de la dignidad intelectual de unxs y otrxs. Qué manera tan poco docta de escurrir el bulto.

Visto lo visto, me queda clara una cosa: el lustre finalmente no lo da la RAE, son los propios académicos los que se afanan con esmero en abrillantar sus cultos lomos.

 

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