La vergüenza todavía no ha cambiado de bando

La cultura de la violación está presente en dichos, acciones y pensamientos como “calladita te ves más bonita”, que infravaloran las experiencias de las mujeres víctimas de violencia sexual o justifican estás acciones como errores que se cometieron por ejemplo por una “falta de conocimiento” o “problemas psicológicos”.  

Esta realidad se ve reflejada en algunos comentarios o acciones realizadas por los violadores de Gisèle Pelicot y el demandado, exdiputado, Iñigo Errejón. 

El caso de Gisèle Pelicot conmocionó al mundo. En un pueblo de unos 6000 habitantes en el sureste de Francia, Dominique Pelicot – ex marido de Gisèle Pelicot –  drogó a su mujer y la ofreció a unos 50 hombres para que la violaran durante una década. Gisèle Pelicot decidió conllevar un juicio público, para sensibilizar a la población sobre su caso, impedir que otros hombres cometan crímenes parecidos y, sobre todo, para que otras mujeres que hayan pasado por casos similares puedan dejar de sentirse avergonzadas. 

En España, se destapó el caso de Iñigo Errejón, exdiputado de Sumar que dimitió tras recibir varias acusaciones y demandas por violencia sexual. La primera, presentada por la actriz Elisa Mouliaá, quien a pesar del temor que tenía, alzo la voz al darse cuenta de que no era la única que había recibido vejaciones por parte del ex político.  

Justificar bajo la Cultura de Violación.  

En Francia, tras varios meses de este juicio, hemos podido ver preocupantes defensas hacia Dominique Pelicot y los otros violadores. Las mujeres, hermanas, y otras conocidas de los violadores hablaron sobre las “cualidades excepcionales” de sus maridos, hermanos o amigos, en defensa de los violadores (RTVE, 2024).  

Asimismo, en la carta publicada por Iñigo Errejón en su red social “X”, se pueden identificar justificaciones a comportamientos que asocia al patriarcado. Añadió que: 

 “(…) en la primera línea política y mediática se subsiste y se es más eficaz, al menos así ha sido mi caso, con una forma de comportarse que se emancipa a menudo de los cuidados, de la empatía y de las necesidades de los otros. Esto genera una subjetividad tóxica que en el caso de los hombres el patriarcado multiplica, con compañeros y compañeras de trabajo, con compañeros y compañeras de organización, con relaciones afectivas e incluso con uno mismo” (Onda Cero, 2024). 

También, Rita Maestre, ex pareja de Errejón, mencionó su sorpresa al descubrir que Iñigo era “un ‘buen novio’ [y] era a la vez un misógino” o el testimonio de Manuela Carmena, ex alcaldesa, que describió a  Errejón como “un referente ideológico en la izquierda” y mencionó también “nunca pude pensar ni oí nada relativo a ese comportamiento”. A través de este tipo de frases, se fortalece un culto a lo masculino, creando así una narrativa en la que los hombres buenos “no son capaces de hacer estas cosas.  

Ningún tipo de cualidad excusar o justifican estas actitudes machistas. Estas defensas y mecanismos forman parte de la cultura de violación.  

Denuncia conlleva mucho esfuerzo 

Recordemos que en España solo se denuncian un 11% de las violaciones (según la macroencuesta de Violencia contra la Mujer de 2019). La cultura de la violación sigue impregnada en nuestras sociedades. Además, protege y defiende al acusado, esta cultura fue lo que llevó a los violadores de Gisèle Pelicot a no denunciar las actitudes de Dominique.  

Denunciar estas violencias conlleva mucho esfuerzo por parte de la víctima. Como dice Cristina Fallarás, periodista que publicó las primeras acusaciones anónimas contra Iñigo Errejón, denunciar las violencias machistas “es una tortura […] es una re victimización constante y son procesos dificilísimos”. En el caso de Gisèle, tiene que acudir a las audiencias y afrontar a sus violadores, además de tener que convivir en los mismos espacios que ellos. 

Implementación de un marco feminista.  

Hay que construir y fomentar una respuesta institucional más informada, feminista y sensibilizada hacia las conductas de la cultura de violación. Se debe ofrecer más apoyo, facilitar los procesos de denuncia y fortalecer la protección a las víctimas de violaciones y no minimizar denuncias de violencia sexual como hizo Loreto Arenillas e Iñigo Errejón en 2023 o los médicos de Gisèle Pelicot cuando acudió por lagunas mentales y problemas ginecológicos. La cultura de violación es sistemática y requiere un cambio activo y profundo de nuestras actitudes.  

 ¿Cómo puede ser que varios de los violadores siguen pensando que estaban “cumpliendo con el deseo sexual de una pareja”?  

¿Cómo puede ser que ninguno denunció la página web, la publicidad o los actos mismos? 

¿Por qué se duda tanto de las víctimas? 

¿Por qué se puede minimizar las violencias hacia las mujeres por cualidades que tiene el agresor? 

 Para más información sobre el caso de Ínigo Errejón, Gisèle Pelicot y el comunicado de Fundación Mujeres.  

 Autora: Lourdes de Miguel, voluntaria de Fundación Mujeres. 

 

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