El pasado 24 de agosto el gobierno Colombiano firmó el acuerdo final de paz con el grupo guerrillero Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). En un hecho histórico que marcará el futuro del país Suramericano, el pueblo colombiano podrá por primera vez en casi 60 años vivir en un país en paz. (El acuerdo aún debe ser aprobado por la ciudadanía el 2 de octubre mediante un plebiscito).
El conflicto colombiano ha dejado miles de personas muertas, desplazadas, y desaparecidas, y unas de sus principales víctimas han sido las mujeres colombianas. Según datos de la Unidad de Víctimas, 10.850 mujeres padecieron violaciones, agresiones o acoso sexual en el contexto del conflicto, y esto corresponde tan solo a aquellas que llegaron a reportar haber sufrido dicha violencia, por lo que se calcula que el número es muchísimo más alto. La guerra también ha exacerbado la violencia que las mujeres viven en sus hogares, y Colombia es el segundo país de América Latina, tras México, en número de feminicidios.
De acuerdo a un reportaje publicado en 2014 por la Ruta Pacífica de las Mujeres que se basó en el testimonio de un millar de mujeres víctimas de violencia en el marco del conflicto, la violencia contra las mujeres ha sido utilizada para «silenciarlas y castigarlas, utilizarlas para sembrar el terror en sus comunidades, para vengarse de los adversarios, para dejarlas sin nada.»
En un reportaje de La Vanguardia, algunas de estas mujeres que han sufrido la violencia de la guerra en carne propia hablaron de su experiencia y sufrimiento pero en particular de su deseo de seguir luchando y salir adelante.
“Nosotras hemos sido el botín de esta guerra. Nos han utilizado para hacer daño, han secuestrado a nuestros hijos y esposos, han abusado de nuestros cuerpos, nos han dejado viudas”
“Estábamos en la escuela, yo y otra profesora, cuando un día nos atacó un grupo armado. Estaban borrachos. Nos encerraron en el aula con los alumnos y nos violaron a las dos. Dos de los niños fueron reclutados”
“Como mujeres estamos recién empezando a rescatar nuestros espacios. Por fin hemos tomado nuestra propia batuta. Yo personalmente he aprendido que nosotras valemos mucho y no debemos dejarnos pisotear por nadie”
Para leer el reportaje completo visita:
La Vanguardia: Nosotras hemos sido el botín de guerra