Yo tenía cinco años. Estaba entusiasmada porque iba a pasar a otra categoría. Ese día me desperté muy temprano y fui a buscar a la mujer que iba a hacerme la infibulación. Me enviaron a comprar una cuchilla de afeitar y una aguja. Estábamos en la cocina. Habían hecho un agujero para que cayera la sangre. Me pusieron en un colchón. Mi abuela me sujetó por detrás y me abrió las piernas. La mujer se puso frente a mí y empezó a cortar. Grité. Como era una vergüenza que gritara la mujer ahogó mis gritos metiéndome un trapo en la boca. Me cosió con la aguja —a veces utilizan espino— y me puso “matmal” sobre la herida para que cicatrizara. Me ataron para mantenerme inmóvil desde la cintura hasta los pies. Yo tuve problemas, sangré, y tuve que estar así un mes. Asha Ismail (Entrevista publicada en La Vanguardia en 17 septiembre 1997).
Asha Ismail nacida en Kenia y de origen somalí es una superviviente de la mutilación genital femenina (en adelante MGF) y fundadora de Save a Girl Save a Generation, organización que lucha contra esta práctica tanto en España como en el continente africano.
La ablación del clítoris o MGF es la eliminación de tejido de cualquier parte de los genitales femeninos por razones culturales, religiosas o cualquier otra sin fundamento médico. La más leve es la excisión de una parte mínima del clítoris. La más traumática y extendida es la infibulación o “circuncisión faraónica”, en la que se corta el clítoris, los labios menores y un tercio de los labios mayores, que se cosen y sólo dejan un orificio mínimo para la orina y el flujo menstrual.
Dolor, hemorragias, anemia, retención de orina, infecciones pélvicas e incluso la muerte son las consecuencias a corto plazo. A largo plazo: uretra dañada, frigidez, y dolor al mantener relaciones sexuales y complicaciones en los partos, además de las duras secuelas psicológicas que acarrea.
A pesar de lo que se pueda creer no es una costumbre de origen islámico, sino una creencia milenaria que tiene origen en el antiguo Egipto. En África se practica en comunidades musulmanas, cristianas y animistas, e incluso en la minoría judía de Eritrea. En las sociedades de marcado carácter tribal la ablación tiene una connotación de purificación, de honor y de pertenencia a la comunidad, además de control de la sexualidad de la joven (se cree que se reduce su apetito sexual y la pérdida de la virginidad es visible).
El día de mi primer matrimonio, con un somalí, una boda arreglada entre las familias, me llevaron al hospital para que me rajaran para mi marido. Volví inmediatamente a casa, herida, para que se acostara conmigo. […] Se considera obligatoria. Si una madre no hace que se la practiquen a su hija es como si le negara algo a lo que tiene derecho. Sino está infibulada no podrá casarse. Hace unos años, hubo un debate en Kenia sobre este asunto. Durante un debate, preguntaron a un hombre que estaba en contra de la ablación si se casaría con una mujer a la que no se la hubieran hecho y contestó: “Naturalmente que no!” Asha Ismail (Entrevista publicada en La Vanguardia en 17 septiembre 1997).
Se calcula que 140 millones de mujeres y niñas son mutiladas en todo el mundo, principalmente en países de África, Asia y América Latina, sin embargo, debido al flujo migratorio desde hace años se practica también en Europa (500.000 mujeres y niñas), Estados Unidos o Australia, según datos de Amnistía Internacional.
En Nigeria, el país más poblado del continente africano, donde se ha practicado a casi 20 millones de niñas y mujeres, se considera un crimen desde hace un año cuando dieron un paso hacia delante en su abolición con la firma de un proyecto de ley por parte del presidente nigeriano, Goodluck Jonathan, que penalizaba cualquier extirpación, parcial o total, de los órganos sexuales femeninos.
Desde numerosas organizaciones se celebró esta noticia y se esperaba que animara a otros gobiernos a seguir sus pasos. Sin embargo, 29 países continúan con esta práctica y las leyes son insuficientes puesto que se debe contar, además, con un fuerte trabajo de prevención y de información en las comunidades donde se practica, dado que la criminalización de la MGF no parece erradicar del todo un uso muy arraigado en ciertos países que lo siguen practicando a pesar de estar penado por ley.
Desde Fundación Mujeres aplaudimos estos avances siendo conscientes de que la lucha para erradicar esta violación de los derechos de las mujeres y niñas no ha hecho más que empezar. Además, teniendo presente que en España también se practica, instamos a las Instituciones a seguir trabajando con la población de riesgo en nuestro país, puesto que, tal y como dijo Asha Isamil en una entrevista en la web de su organización:
La ley no basta si no va precedida y luego acompañada de información, educación, mediación, integración mutua y buena acogida. Vivimos en una sociedad multicultural y compartir valores requiere un trabajo previo y constante por parte de las instituciones. Una comunicación que solo puede ser posible con un proceso de integración social en la que se involucren ambas partes, se respete la diversidad cultural y se compartan los valores comunes, evitando siempre dos extremos: el relativismo cultural que justifica esta práctica, y la imposición de normas sin un previo trabajo de comprensión mutua. La clave para evitar situaciones como ésta está en una intervención social adecuada que consiga que las propias mujeres y hombres que practican la mutilación genital femenina sean quienes decidan erradicarla.
Para más información véase:
El mundo: La mutilación genital femenina será crimen en Nigeria
Save a Girl Save a Generation: Página web de la organización
Noticias jurídicas: La mutilación genital femenina en España y la Unión Europea
Amnistía Internacional: Mutilación genital femenina todavía 29 países siguen practicando esta forma de violencia contra las mujeres.