Por Ángela Martínez Cañamero – alumna en prácticas de Fundación Mujeres
Actualmente nos movemos en un ambiente en el que nos obsesiona la perfección y la belleza, haciendo que el skincare se convierta en una tendencia global, pero ¿a qué precio?
Según los testimonios de las trabajadoras de grandes droguerías, las niñas pequeñas se están empezando a ver afectadas por los problemas del abuso de esta práctica, impulsadas por la presión de las redes sociales y la búsqueda de la imagen perfecta que transmiten estas.
Las plataformas de redes sociales, como Instagram, Tiktok o YouTube, juegan un papel crucial al propagar estándares de belleza inalcanzables. Niñas y adolescentes son bombardeadas con imágenes de influencers que proporcionan rutinas de cuidado de la piel que no se adecuan a las necesidades del espectador, en este caso, niñas pequeñas con cambios hormonales, acordes a su edad. Desde utensilios que ayudan a la absorción de cremas hasta rutinas de 10 pasos, las pequeñas consumidoras son influenciadas a creer que solo a través de estos métodos podrán tener una piel como la que ven a través de la pantalla.
El problema también se puede encontrar en que el acceso a los productos que se encuentran al alcance de un clic, y las niñas no son inmunes a la publicidad masiva en línea. La facilidad de comprar productos sin la orientación adecuada ha llevado a compras impulsivas desde muy temprana edad, sin tener en cuenta la delicadez y los problemas propios de las pieles de las niñas. Dermatólogos advierten de problemas graves que pueden derivar el uso inadecuado de productos abrasivos, como pueden ser los ácidos (como el ácido hialurónico o el ácido láctico), en la piel de las menores, generando irritación, erupciones o alergias.
Por otro lado, las redes sociales han generado la cultura del autodiagnóstico, donde las niñas buscan soluciones rápidas a problemas de su piel basándose en las experiencias de otras personas, sin tener en cuenta todos los factores que se implican. Es por esto, que se ha generado un aumento en la aplicación de productos inadecuados para ciertos tipos de pieles, ayudando a que tengan más problemas, en lugar de resolverlos.
Es por esto que los dermatólogos enfatizan en la necesidad de educar a las niñas sobre la importancia de cuidar su piel de una forma adecuada y asesorada por alguien experto, no por alguien con quien se sienten reflejado en redes sociales. Los padres también juegan en este problema un papel importante, ya que ellos tienen que servir de guía y fomentar la autoestima de las menores, promoviendo la aceptación personal, puesto que esta es la clave para contrarrestar la presión que se hace desde las redes sociales a la imagen de la belleza perfecta.
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