El envejecimiento de la población española, la difícil conciliación entre familia y trabajo y la poca regulación de los servicios, llevan a muchas personas y familias a contratar empleadas/os del hogar. España es uno de los países Europeos con las tasas de empleadas/os del hogar más altas en Europa, el 28% de todas las personas trabajadoras del hogar de Europa trabajan en España (Oxfam, 2021). Se estima que 3.3% de la población trabajadora en España son empleados/as del hogar (ILO, 2017). Desafortunadamente, estas personas, en el 88.9% de los casos, son mujeres, de las cuales la mitad son migrantes, y por lo general no gozan de todos los derechos establecidos en la ley.
Sector de abusos y violencia
En el sector de las personas cuidadoras y/o trabajadoras, encontramos graves abusos y violaciones de derechos humanos (trabajo infantil, agresiones sexuales, trabajo forzado, etc.) además de la exclusión de derechos laborales como el descanso, la protección por desempleo y la prevención de riesgos laborales. En muchas situaciones, existe una relación de sumisión entre las personas empleadas y las empleadoras, debido a la dependencia económica; por ello es más difícil denunciar los abusos sufridos. Los testimonios de abusos de empleadas internas, empleadas del cuidado y del hogar no parecen terminarse, donde la explotación laboral suele estar acompañada de violencia, como amenazas constantes, intimidación, engaño y coacción.
Este sector está especialmente feminizado, según Raquel Martínez Buján, esto se debe a los estereotipos de género que persisten en nuestra sociedad, donde las actividades de cuidados siempre se ven vinculadas como competencias que las mujeres poseen de manera innata por el hecho de ser mujeres. Recordemos que estos cuidados son esenciales para el funcionamiento de nuestras sociedades y aun así siguen siendo invisibilizados.
La mitad de las empleadas del hogar son mujeres migrantes, muchas de ellas además de estar en situaciones de explotación, deben atravesar barreras culturales y lingüísticas. Muchas de estas mujeres tienen estudios universitarios de su país de origen y debido a su situación migratoria no son contemplados. Su situación irregular, las hace vulnerables y las obliga a trabajar en la economía sumergida, donde están entre la espada y la pared.
El caso Español
Hasta 2022, España no ratificó el Convenio 189 de la OIT, un convenio que obliga a los signatarios adaptar sus legislaciones con el fin de mejorar las protecciones y las condiciones laborales de las empleadas domésticas. A mediados de septiembre 2024, se aprobó una ley (real decreto 893/2024), ofreciendo varias mejoras en el ámbito del trabajo de las empleadas del hogar, estos incluyen;
- Fin de la posibilidad de despedir sin causa justificada.
- Evaluar previamente las tareas que se vayan a realizar para detectar posibles riesgos laborales.
- Posibilidad de realizar revisiones médicas de forma voluntaria y sin coste.
- Implantación de un protocolo de actuación frente a situaciones de violencia y acoso.
Sin embargo, todavía queda mucho tiempo y trabajo pendiente para aplicar esta ley. Las obligaciones de prevenciones de riesgos no entrarán en vigor hasta enero 2026. Además, el SEPE y el INSST tienen un plazo de 12 meses para elaborar una guía técnica y dictar una resolución para poner en marcha las actividades de formación en materia preventiva. Este largo proceso burocrático perjudica a las trabajadoras que siguen sin las protecciones adecuadas (RTVE, 2024).
Acciones para frenar este tipo de violencia
Explicaciones desamparadas de una perspectiva feminista se quedan cortas para examinar estos tipos de violencias y la importancia del trabajo doméstico en nuestras sociedades. Debemos tratar de cambiar nuestras perspectivas, reconociendo esta doble jornada (que muchas mujeres realizan) y ver que el trabajo doméstico es esencial para nuestro día a día.
La erradicación de la explotación laboral forzosa y la legislatura de protecciones más adecuadas son ejes centrales para asegurar una igualdad social real y un trabajo justo. Como sostiene Carolina Elías; “ Hay que buscar alternativas y, a la vez, dar estabilidad económica y acceso a una vivienda a quienes trabajan como internas.”
Uno de los mayores retos que se deben afrontar, para la protecciones y examinación del ámbito laboral de las empleadas del hogar, es la regulación del ámbito privado. Cómo este trabajo, en su mayor parte, se desarrolla fuera del espacio público, muchas mujeres quedan desamparadas.
Organizaciones que trabajan sobre esta problemática
Si usted se encuentra en una situación laboral de precariedad, existen varias redes de apoyos entre mujeres empleadas del hogar que las pueden ayudar: