#25NContraLaViolencia Violencia Simbólica: La Violencia hacia Mujeres Migrantes

Autoría: Estefani Tapia Sanjines,
voluntaria de  Fundación Mujeres.

La violencia simbólica se ha definido como todos aquellos mensajes, íconos, signos y valores que transmiten y reproducen relaciones de dominación, desigualdad, discriminación y naturalización de la subordinación de la mujer (RAE). Si hablamos de mujeres migrantes latinas, se las ha estereotipado bajo dos arquetipos: la femme fatale (exótica, interesada e hipersexualizada) y la madre cuidadora (sumisa, sin estudios, dócil y cuidadora por naturaleza). Estos prejuicios se reproducen continuamente en medios de comunicación y programas de entretenimiento. Si bien la violencia simbólica no deja marcas físicas, profundiza las causas de fondo de la violencia de género, lo cual se materializa en la vida diaria de muchas mujeres migrantes.

Como ejemplo actualmente España lidera el ranking de consumo de prostitución en Europa, donde el 39% de los hombres afirma que ha pagado alguna vez por acceder a servicios sexuales. Según el Ministerio de Igualdad, en España hay 114.576 mujeres en situación de prostitución, de las cuales el 51% se describe como “latinas” en los anuncios en páginas web. El 80%, de ellas se encuentran en riesgo de ser víctimas de trata con fines de explotación sexual (El Publico).

Por otra parte, en el año 2017 se contabilizaron 565 mil trabajadoras ocupadas como personal doméstico y cuidadoras de personas mayores y niños a domicilio, de las cuales 356 mil declaraban no haber nacido en España (Diaz Magdalena, Martínez Raquel 2018). La mayor parte de ellas originarias de América Latina y el Caribe, reflejando la existencia de una clara preferencia de estos grupos nacionales para realizar trabajos de cuidado en España.

Bajo la violencia simbólica a la que se ven sometidas las mujeres latinas, no sorprende que sus posibilidades de inserción laboral como migrantes queden casi reducidas a dos tipos de trabajo: el servicio doméstico y de cuidados familiares, o el ejercicio de la prostitución. Ambos trabajos normalmente mal remunerados, con escasa valoración social, sujetas a mayor discriminación legal y sobre todo que las sitúan en situaciones de extrema vulnerabilidad (Fernandez Dhayana, 2006)

Migrantes en situación de prostitución: La hipersexualización de la mujer latina

El perfil de las víctimas de trata y tráfico es claro: mujeres en situaciones de precariedad, migrantes en situación administrativa irregular y procedentes en su mayoría de Latinoamérica, especialmente de Colombia (28,3%), Brasil (4,98%) y Venezuela (4,86%) (swissinfo.ch).

De acuerdo con la asociación especializada en la lucha contra la trata de seres humanos In Género, el 63,2 % de las mujeres migrantes encuestadas llegaron a España con un objetivo distinto de la prostitución. Pero, además, el 95% de ellas tiene cargas familiares, teniendo que sostener desde 3 hasta más de diez familiares (Idem). Muchas llegan huyendo de contextos de violencia o pobreza, y terminan convertidas en mercancías destinadas a satisfacer un deseo masculino que las ha cargado de estereotipos sexuales.

Es común que los medios de comunicación y de entretenimiento presenten a las mujeres latinas como exóticas, hipersexualizadas y hasta promiscuas. La cosificación de los cuerpos impacta en la vida de las mujeres de manera cotidiana donde deben enfrentar acoso, abuso y hostigamiento sexual. Cuando esa cosificación confluye con el estereotipo de la latina erótica, no sorprende que sean mujeres latinas quienes se vean más expuestas a situaciones de trata y tráfico por prostitución frente a una demanda masculina en aumento que paga por acceder a sus cuerpos a través de industrias millonarias. La explotación sexual y la trata de personas es un crimen que pone en grave riesgo su salud sexual y reproductiva.

La mujer latina como la buena cuidadora: Migrantes en precariedad laboral

Para miles de mujeres latinoamericanas que llegan a España, el empleo doméstico es una de las primeras y hasta únicas entradas laborales. Según la encuesta realizada el 2020 por la Federación de Mujeres Progresistas, el 55,5% de las mujeres migrantes entrevistadas trabaja en cuidados del hogar, el 26,4% está desempleada, pero ha trabajado en cuidados del hogar alguna vez y un 19% tiene otro tipo de empleo, pero ha trabajado alguna vez en empleo doméstico. El 84,5% de todas las encuestadas nunca trabajó en empleo domésticos en sus países de origen (Federación de Mujeres Progresistas)

Este sector se caracteriza por una alta informalidad, falta de controles legales y condiciones de explotación laboral. Solo el 5,5% recibe el salario mínimo interprofesional, debiendo además someterse a situaciones de precariedad, exceso de horas de trabajo en las cuales deben ejercer una multitud de funciones al no existir una delimitación de tareas. Los bajos salarios, la falta de momentos de descanso, e incluso el hambre que pasan es algo que destacan muchas mujeres, particularmente aquellas que trabajan de forma interna (con disponibilidad de 24 horas al día).

Por si esto no fuera poco, la representación que reciben en la pantalla grande perpetúa y normaliza los estereotipos de las mujeres latinas en labores domésticas. Tanto en la filmografía española, como en la latinoamericana, las cuidadoras y trabajadoras domésticas son siempre mujeres racializadas, sumisas, muy hábiles y “naturales” para las labores domésticas (EL PAIS). A través de esta expresión de la violencia simbólica, se las encasilla en esos roles, se justifica el trato paternalista hacia ellas, y hasta se normaliza las condiciones precarias de sus labores.

La violencia simbólica es un arma muy poderosa del patriarcado que, de manera muy sutil, normaliza la discriminación, dominación y subordinación de las mujeres a través de los medios de comunicación y entretenimiento. Es fundamental reflexionar sobre el impacto que tiene en nuestra sociedad, pues una película o serie que parece inofensiva, puede estar perpetuando la cosificación de los cuerpos de las mujeres y promoviendo estereotipos dañinos y violentos. Las representaciones sexualizadas y estereotipadas de las latinas son una forma de violencia y están afectando la vida de millones de mujeres.

Fuentes:

 

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