#28M #SaludParaTodasFM ¿Qué consecuencias tiene la normalización del dolor menstrual?

Este artículo forma parte de la campaña de activismo que se lleva a cabo con motivo del día 28 de mayo, Día Internacional de la Acción por la Salud de las Mujeres, en el marco del “Programa para Educar en Igualdad y Prevenir la Violencia de Género. Hacia un voluntariado por el Buen Trato” de Fundación Mujeres, con la financiación del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 a través de las Subvenciones del 0,7 a actividades de interés social.


El dolor menstrual, también llamado dismenorrea, afecta a entre el 45 y el 95% de las mujeres. Se manifiesta principalmente mediante dolor abdominal o pélvico, aunque puede llevar asociado otros síntomas como náuseas, cólicos, dolor lumbar, vómitos, dolor de cabeza, desmayos, etc. Algunos estudios también muestran que está asociado a alteraciones del sueño, ansiedad o depresión. No obstante, suele aceptarse como algo normal dentro del ciclo menstrual.

Los dolores menstruales, debido a estos síntomas, pueden producir limitaciones tanto en las actividades de la vida diaria como en la vida social de las mujeres que la padecen, disminuyendo su calidad de vida. Además, suele ser el principal motivo de absentismo y disminución del rendimiento (tanto escolar como laboral) en adolescentes y mujeres.

A pesar de ello, la idea de que “el dolor de la regla es normal” está ampliamente extendida en la sociedad. Esta normalización del dolor menstrual favorece la automedicación (mediante antiinflamatorios que en muchas ocasiones no resultan efectivos) y puede invisibilizar, ocultar o retrasar un diagnóstico de alguna enfermedad y un tratamiento acertado, como puede ser la endometriosis. Algunos estudios revelan que únicamente entre 0,4 y 15,5% de las mujeres con dismenorrea acude a profesionales de salud.

Para mejorar la vida y la salud de las mujeres que padecen este tipo de dolores, es necesario incorporar la perspectiva de género en la ciencia y la medicina. El androcentrismo en estas disciplinas ha dado lugar al olvido de las mujeres en la investigación clínica y experimental del dolor. Por ello, es necesario que estas experiencias dolorosas que sufren las mujeres se incorporen a la investigación y la evaluación clínica.

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