ElDiario.es ha recogido el testimonio de varias mujeres ciberfeministas para dar cuenta el acoso que tienen que sufrir diariamente por realizar su trabajo. Estos ataques no sólo llegan por vía telemática, ya que han sido numerosas las ocasiones en las que se han tenido que enfrentar a ataques telefónicos o a amenazas reales de ver mermada su integridad física.
Ese es el caso de, por ejemplo, Jessica Fillol, titular de la web Locas del Coño, un blog colaborativo que recoge artículos de diferente contenido pero todos realizados con una perspectiva de género. Al ser ella la titular del dominio, son suyos los datos que aparecen en la misma. Usuarios de ForoCoches utilizaron esos datos para meterla en un grupo de Telegram, donde se dedicaron a insultarla. A aquel ataque se le unió una campaña de acoso a través de las redes sociales que no solo le afectó a ella, sino que también a las demás dueñas de la web. Recibieron mensajes del estilo de “putas feminazis”, “ojalá os violen” o “sois terroristas miserables”.
El 10 de febrero la web recibió un ataque que lo dejó colgado por varias horas, e incluso un usuario del mencionado ForoCoches logró redireccionar el espacio a otro donde en el encabezamiento se podía leer “Feminazis”. Uno de los mensajes enviados decía que:
«Putas feminazis de chochos enjutos y renegríos, ojalá os viole un asesino especializado en reventarles el coño a feminazis como vosotras. Uno que viole únicamente a feministas de mierda chochocráticas y hembristas odiadoras del varón blanco heterosexual, porque sois terroristas miserables! terroristas sexistas a las que deberían asesinar metiéndoles cuchilladas en el cuerpo, apuñalándoles el vientre hasta dejarles las barrigas convertidas en un amasijo de harapos de carne empapados en sangre y mierda, jajajajajajajaja!!!»
Son muchas las mujeres que se atreven a denunciar la desigualdad de género a través de la red, y consiguientemente, se enfrentan a un acoso machista sistemático. A pesar de estar acostumbradas, dice que “es muy difícil aguantar durante meses este acoso diario sin que te afecte”. Y es que además de todo eso, Fillol relata que ha tenido miedo de que sus datos circularan por espacios formados por hombres que han sido condenados por a través de la Ley de Violencia de Género, ya que cuando ella denunció a su exmarido, y sin saber ni siquiera quién era, colectivos de hombres que se autoproclaman afectados por la ley de género comenzaron a defenderle.
Denuncia, también, que el ambiente machista y misógino no solo se respira en ForoCoches, ya que páginas como burbuja.info, mediavida.es y misandria.info también abren hilos similares.
El caso de Loreto Ballesteros es especial por cómo consiguió darle la vuelta al acoso. Tras denunciar en un tuit la hipersexualización de la mujer desde su infancia y retuitear mensajes de otras mujeres que relataban el abuso personal sufrido desde pequeñas, decidió cerrar su cuenta de Twitter por todos los ataques que empezó a recibir. La insultaron, se metieron con su físico con ánimo de desacreditarla e incluso llegaron a amenazarla de muerte. Sin embargo, poco después creo la página No Son Depravados, donde recoge diferentes denuncias de acoso sexual a niñas y adolescentes. Aun habiendo dejado la red hace mucho tiempo, su cuenta sigue siendo, a día de hoy, nombrada constantemente.
Alicia Murillo, actriz, cantante y activista feminista, creó el proyecto El Cazador Cazado, un espacio creado con el objetivo de visibilizar las actitudes machistas a las que se tienen que enfrentar las mujeres por la calle. Grababa con su móvil, mientras caminaba, las conversaciones que mantenía con hombres que le lanzaban comentarios sobre su físico. Recibió una avalancha de insultos como resultado, por lo que, tras ser denunciados, YouTube decidió retirar los videos. Si eso no fuera poco, alguien colgó en la red el número de teléfono y la dirección de Murillo, por lo que empezó a recibir llamadas en donde la amenazaban de muerte. Sostiene que, “gracias” a ese linchamiento, le están dando publicidad a su trabajo, porque enlazan sus proyectos o artículos para realizar esos insultos. Es otra forma de darle la vuelta al acoso.
Si hay una cuenta especialmente conocida en Twitter es la de Barbijaputa. Es una cuenta gestionada por el anonimato, por lo que le permite no estar tan expuesta al miedo. Se pregunta por qué el acoso es más encarnizado cuando se denuncian las desigualdades de género. “cuando una mujer se expone y opina sobre algo siempre hay más críticas, la lupa es mayor. Si encima de lo que habla es de la necesidad de acabar con el machismo, peor. Digamos que pone a los hombres frente a un espejo, y eso a nadie le gusta. El feminismo provoca odio, pero es que la mujer provoca odio hable de lo que hable”, dice. Cabe decir que muchos hombres han estado empeñados en descubrir su identidad.
June Fernández es la directora de la revista Pikara Magazine, que cuenta con un espacio de libre aportación. Resalta que “es muy rico por las experiencias potentes de sexismo cotidianas, pero si no estamos pendientes, se llena de comentarios victimizadores, culpando a la mujer o poniéndola en duda. A mí personalmente es lo que más me frustra, no poder construir un espacio seguro y que al mismo tiempo sea lo más abierto posible. Así que solo llega gente convertida, cercana”, relata. Aparte, surge un problema, ya que “nos impide tener debates profundos. No se puede debatir tranquilas, estamos siempre bajando el nivel discursivo”, pero dicho problema también tiene su contraparte buena, ya que comprueban el empoderamiento. “Cuando vas a eliminar un comentario, ya hay cinco poniéndolo en su sitio”.
Denuncia que a las mujeres se le añade una “mochila muy profunda” en la red. Sostiene que el trolleo es universal, pero que los insultos hacia las mujeres hacen referencia a complejos, a opresiones, o a miedos. Pone de ejemplo que pocos días atrás la llamaron “guarra batasuna”. “A un hombre, a un vasco, probablemente le han llamado batasuno y proetarra mil veces. La diferencia: a mí, además de batasuna, guarra. Y lesbiana, y fea y gorda”. “A nosotras nos conectan con miedos y agresiones reales que hemos vivido desde pequeñas. No es lo mismo que a un tuitero famoso le llamen cabrón que a mí me amenacen con violarme”.
A pesar de mostrar esa fortaleza, la periodista nos trae el caso de la articulista Brigitte Vasallo, que fue, según palabras de Fernández, “víctima de un acoso implacable en las redes sociales”, que incluían la lesbofobia, insultos sexistas e incluso amenazas de violación. Ella dice que no se preocupó, que no pensó que pudiese haberle afectado. Tiene asumido que son gajes del oficio de ciberfeminista. Sin embargo, añade que “luego me sentí mal al enterarme de que sí. Llega a un punto en el que te desborda. En su caso, además, fue masivo y dure. O quizá de cien mil insultos hay uno en concreto que te toca”. Termina con una reflexión, “soy muy de que no nos afecte, de que no nos pueden meter miedo si no nos dejamos. Pero en la práctica, tenemos el derecho a ser vulnerables y cuidarnos mucho entre nosotras”.
Mientras que el acoso siga siendo cosa habitual en la red, ese es el camino: cuidarnos mucho entre nosotras.
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