Con motivo del día 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, Fundación Mujeres lanza la campaña de activismo que pretende dar visibilidad a las violencias más sutiles e invisibles que se encuentran #BajoLaSuperficieFM del Iceberg.
La escuela, la familia, los grupos de iguales, y más tarde tras la inmersión en el entorno laboral y las actividades de ocio marcan las diferentes expectativas de lo que se espera de un sexo u otro. Es mediante la socialización cuando aprendemos a interiorizar el mundo que nos rodea, y así ocurre con el género a la hora de trasmitir los modelos, creencias y valores que configurarán el imaginario de ideas y prototipos de lo que es ser mujer u hombre.
El cine y series, música, televisión, radio, todos funcionan como agentes de socialización, y en su mayoría no favorecen a las mujeres ni son tan permisivos con ellas. Si analizamos hoy la trayectoria del cine y los medios de comunicación comprobamos que lo que han mostrado en el transcurso del tiempo casa con la sociedad imperante del momento.
La violencia sexual representada en el cine desde sus comienzos solo ha sufrido cambios conceptuales dependiendo del grado de permisividad que otorgaba la educación. Marcada en sus comienzos por una doctrina nacional-católica y unos roles tradicionales de género, en donde el personaje de las mujeres no era frecuente el protagonismo, excepto a la hora de reflejar el folklore o costumbrismo que las encajaba ya en papeles de sumisión hacia el otro sexo ya en el de mujeres de dudosa moral; el prototipo de la santa o la puta vigente en el siglo XXI y que responde a interrogantes que a pesar del avance en sociedad de las mujeres es aún una carga pendiente de aliviar sobre su espalda.
Una vez liberadas de la dictadura franquista y su censura, durante la transición surgió una explosión de erotismo mediante lo que se denominaron las películas del destape, que no por casualidad los únicos cuerpos desnudos que mostraban eran cuerpos femeninos, y cuyo resultado perpetuaba los modelos patriarcales de un machismo que rozaba la violencia sexista.
Tras la incorporación de la mujer al trabajo el cine social trata de mitigar esa exposición corporal mostrándolas en papeles que intentan elevar aquella dignidad perdida, y ya a finales del siglo pasado y comienzos del actual prepondera una temática que incluye las migraciones, prostitución y malos tratos hacia las mujeres.
Poco se habla de Rosario Pi y Brujas, precursora de las cineastas que aplicaban el feminismo; la invisibilización de mujeres en el rol de cineastas es también una asignatura pendiente de la gran pantalla.
En la actualidad, el papel de las mujeres y niñas en el cine y en medios de comunicación van unidas al sexismo y la hipersexualización, proyectando esa imagen desde edades muy tempranas. Campañas de publicidad que no dejan de sorprender con el papel del varón dominante y la mujer sumisa; con diferenciación evidente sobre los regalos o ropa que destinan al público masculino y al femenino; con una sobreexposición innecesaria con ropa u objetos que les hacen parecer mayores de lo que son, fabricando menores atractivas a los ojos adultos.
Este pequeño recorrido nos advierte una vez más que solo promoviendo una educación libre de estos estereotipos será capaz de solventar el sexismo y la hipersexualización de las mujeres y niñas en estos contextos.
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Este artículo forma parte de la campaña de activismo que se lleva a cabo con motivo del día 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, en el marco del “Programa para Educar en Igualdad y Prevenir la Violencia de Género. Hacia un voluntariado por el Buen Trato” de Fundación Mujeres, con la financiación del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 a través de las Subvenciones del 0,7 a actividades de interés social.
Por Makechu Antón García – Voluntaria de Fundación Mujeres