¿Cómo repercute a la salud de las víctimas a largo plazo? Los efectos residuales de la violencia de género

La violencia de género, en cualquiera de sus formas, constituye un grave problema de salud pública además de una violación de los derechos humanos de las víctimas. De acuerdo con el informe de “Estimaciones mundiales, regionales y nacionales de la prevalencia de la violencia de pareja contra la mujer y estimaciones mundiales y regionales de la prevalencia de la violencia sexual sufrida por la mujer por alguien que no es su pareja” realizado por la Organización Mundial de la Salud en 2021 -resumen disponible aquí-, las consecuencias secundarias de estos delitos son igualmente preocupantes que los mismos dado que repercuten de forma nociva en la salud física, sexual, reproductiva y mental de las que los sufren y de las personas de su alrededor.

La repercusión que tiene en los niños y en las niñas es fatídica ya que pueden sufrir diversos trastornos conductuales y emocionales. Estos pueden asociarse también a la comisión o el padecimiento de actos de violencia en fases posteriores de su vida, ya que acrecienta el riesgo de que acaben tomando o permitiendo ciertos comportamientos violentos como modelos a seguir en sus futuras relaciones.

La violencia de pareja también se ha asociado a mayores tasas de mortalidad y morbilidad en bebés, niños y niñas, por enfermedades diarreicas o malnutrición o por menores tasas de inmunización.

Según los datos del informe anteriormente mencionado, esta violencia se caracteriza por:

  • Tener consecuencias mortales (homicidio o suicidio);
  • Producir lesiones que permanezcan a largo plazo, tanto es así que el 42% de las mujeres víctimas de violencia de pareja tienen alguna lesión consecuente;
  • Ocasionar embarazos no deseados, abortos provocados o involuntarios, problemas ginecológicos e infecciones de transmisión sexual (VIH);
  • Causar depresión, estrés postraumático y otros trastornos de ansiedad, insomnio, trastornos alimentarios e intentos de suicidio;
  • Tener cefaleas, síndromes de dolor (de espalda, abdominal o pélvico crónico), trastornos gastrointestinales, limitaciones de la movilidad y mala salud general;
  • Puede incrementar el consumo de tabaco y drogas, así como las prácticas sexuales de riesgo.

Para hacer frente a estos datos, la OMS en 2016 pone en marcha el «Plan de acción mundial para fortalecer la función del sistema de salud en el marco de una respuesta nacional multisectorial para abordar la violencia interpersonal, en particular contra las mujeres y las niñas, y contra los niños en general».

Para más información consulta los siguientes enlaces:


Por Jimena Chamizo Ruiz  – Voluntaria de Fundación Mujeres

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