Por Julieta Delgado – Equipo de voluntariado del Observatorio de Violencia
Pese al aumento de las movilizaciones, los reclamos, las campañas, y todas aquellas actividades desarrolladas por las mujeres para reducir la violencia, continúan agrediendo y asesinándonos por el simple hecho de nuestra condición de mujeres. La mayoría de las víctimas de violencia durante el año 2019 han sido madres, lo que presupone además el agravante de un número creciente de niños y niñas que han quedado en situación de orfandad. Lejos de haber disminuido el porcentaje pasó de ser 43% al 70%, lo que requiere de medidas urgentes de prevención que brinden protecciones especiales pero también de medidas de concienciación que son procesos que comienzan desde la crianza de todas y todos las niñas y niños.
Muchas veces el acento está puesto en el castigo, lo que supone una medida consecuencialista a partir de un acto violento, y se descuidan las medidas dispuestas a evitar cualquier tipo de ataque que tiene que ver con una crianza responsable que comienza en las casas y continua en los centros educativos y que tiene que ver con infundir el respeto por los seres humanos y los derechos de todas las personas.
El hecho de que la mayoría de las mujeres asesinadas en el año 2019 en España hayan sido madres deja entrever que “la maternidad es una circunstancia que hace más vulnerable a la víctima del maltrato», como ha señalado la presidenta del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), Ángeles Carmona. A su vez, ello tiene su correlato con que en la mayoría de estos casos, las denuncias previas han sido escasas, lo que deja al descubierto el miedo y la manipulación por parte de los agresores como uno de los factores principales por los que estás mujeres no han denunciado haberla sufrido en reiteradas ocasiones previas.
Hasta el mes de noviembre de 2019, de las 51 mujeres asesinadas que constan en la estadística oficial, al menos 24 tenían hijos menores de 18 años, es decir, el 47%. Ello hace necesario rever muchas cuestiones: los regímenes de visitas, las cuotas alimentarias, los vínculos que se fuerzan por el hecho biológico de la paternidad, entre muchas otras cosas.
En este sentido, cabe preguntarse hasta qué punto mantener los vínculos emocionales-afectivos por el simple hecho de estar atados a vínculos biológicos de sangre; hasta qué punto mantener los regímenes de visitas cuando el perfil del padre es violento; y hasta qué punto es factible reclamar por las cuotas alimentarias y el dinero que corresponde para mantener a nuestros hijos, en un estado actual de la cuestión que no provee las garantías para que la integridad física de las mujeres y su derecho a la vida estén totalmente garantizados.
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