El movimiento #Tradwives: influencers y matrimonio tradicional

Por Esther Carpintero Ortega – alumna en prácticas de Fundación Mujeres


La reciente “momosfera” (definida como el conjunto de blogs y redes sociales sobre paternidad/maternidad, relaciones, cocina y hogar) ha crecido exponencialmente durante los años de pandemia y los siguientes a esta. Con esto, se ha visto surgir dentro de esta tendencia un “nuevo” rol doméstico: la “tradwife”. Sin embargo, nada tiene que ver con la evolución y el progreso social, sino que las #tradwives promueven los roles de género y la vida familiar tradicional, en los que el hombre protege y mantiene a la familia, mientras la mujer se ocupa de las personas menores a cargo y del hogar.  

Estas #tradwives alegan que ser ama de casa debe ser una elección libre y personal, puesto que hacerse cargo de las necesidades reproductivas y no remuneradas del hogar es un trabajo. Aún estando de acuerdo en que ser ama de casa es un trabajo no reconocido socialmente, esta es una visión reduccionista, sexista, machista y misógina. Además de pretender que una cuestión obligada históricamente hacia las mujeres como es cuidar y mantener el hogar y las personas que conviven dentro de este, este discurso implica una dominación masculina y sumisión femenina, visión reduccionista en cuanto a división de tareas por sexo y una reconstrucción y redefinición del concepto mujer basado en la tradición. Tampoco tiene en cuenta otras formas de representación, ya que la mayoría de las mujeres son blancas y pertenecen a un núcleo familiar que se puede permitir que solo una persona trabaje.  

Este movimiento tradwife es considerado explícitamente antifeminista, oponiéndose a luchas feministas como el derecho al trabajo, el derecho a mantener las propias finanzas y el derecho a la autonomía, entre otras. Las tradwives se respaldan en la libre elección como base para proponer este modelo de vida, pero ¿es realmente una libre elección para todas las mujeres? El trabajo doméstico se considera un trabajo no remunerado, infrarrepresentado, reproductivo, ligado a las mujeres por el hecho de serlo. A costa de esta labor femenina, la mayoría de los hombres han accedido al mercado laboral, compitiendo entre ellos, arrebatándoles la elección a las mujeres. Es por eso que el trabajo doméstico entra dentro de una forma más de explotación de la mujer para el beneficio y ganancia de capital de los hombres y como forma de dominación masculina. Así mismo, la violencia de género contempla la manipulación, el obligar a la mujer a quedarse en el ámbito del hogar, la violencia económica, controlar qué compra la mujer y cuánto gasta, entre otras, como ejemplos de dominación y poder del hombre a la mujer, además de ser ejemplos claros de violencia contra las mujeres. A su vez, es en todos estos ejemplos en los que creen las tradwives y el movimiento, en general, en la completa dependencia del hombre. En la primera ola feminista (1840-1920) y la segunda ola feminista (1960-1990) ya se trataban estos temas, por lo que hoy en día se consideran anticuados y derechos ya conseguidos, al menos en la Unión Europea y EE. UU. 

Este movimiento #Tradwives tiene un discurso extremo, bastante peligroso, que divide y demoniza a gran parte de nuestra propia sociedad. Tras la libre elección y la feminidad, las tradwives animan a las mujeres a aprovechar todas las oportunidades que se les ofrecen, donde todas pueden elegir su propio estilo de vida. Realmente lo que perpetúan estas tradwives es el agradar a tu marido estando siempre perfecta, la entrega total (incluso sexualmente hablando), ser sumisa, que tu mundo se reduzca al hogar, tus hijos y tu esposo, y servir siempre con una sonrisa. Detrás de la falacia de la libre elección, las tradwives defienden los pilares del estructuralismo machista: la alineación de la mujer en el ámbito de lo doméstico.  

Para más información puedes consultar el siguiente enlace.

Si te interesa este contenido, ¡compártelo!