Por Pia Yoon – Voluntaria de Fundación Mujeres
La Red de Atención a Las Adicciones (UNAD) publicó un protocolo para mejorar la atención y el cuidado de las mujeres con adicciones que han sido víctimas de violencia. El protocolo, titulado ¨Protocolo de detección implícita de violencia de género en mujeres con adicciones¨, está enfocado en identificar incidentes de violencia entre mujeres con drogodependencias. Es el resultado de una investigación de UNAD y el Centro de Investigación en Derechos Humanos y Políticas Públicas ‘Diversitas’ de la Universidad de Salamanca sobre la falta de atención y recursos a esta problemática.
Desafortunadamente, las tasas de violencia entre mujeres con adicciones son muy altas. La vicepresidente de UNAD, Felisa Pérez, ha declarado que la violencia de género ¨se da mucho más de lo que podríamos imaginar.¨ Entre un 60% y un 80% de mujeres drogodependientes ha sufrido violencia, incluso violencia sexual, durante su periodo de consumo.
Aunque es un gran problema, no solo hay una falta de atención enorme, sino también una falta de recursos accesibles para ayudar a aquellas víctimas de violencia de género, teniendo en cuenta otros factores como la adicción. Además, detectar la violencia puede ser difícil; a muchas mujeres les cuesta verbalizar que han sido víctimas. Por eso, algunos/as expertos/as lo refieren como una realidad invisibilizada.
El protocolo incluye herramientas para detectar la violencia, como las encuestas sobre el maltrato, los cuestionarios de valoración de riesgo y los esquemas de entrevistas sobre el abuso en la pareja. Hay directrices para identificar el maltrato o abuso, incluso tipos de violencia psicológica y/o emocional. Por ejemplo, el protocolo explica factores o comportamientos que podrían indicar el maltrato hacia las mujeres. Además, el protocolo tiene información y estadísticas sobre su prevalencia.
Otra parte del problema es que existen connotaciones sociales negativas y el estigma en torno al uso de drogas, y por lo tanto contribuyen a la falta de atención y a una falta de denuncias de violencia por parte de las mujeres con adicciones. Por lo tanto, otras sugerencias del protocolo para ayudarlas incluyen no juzgar la situación ni las decisiones de la mujer, proveer protección y cubrir necesidades.
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