#8M #FeminismoParaLaAgendaGlobal. La violencia contra las mujeres en los conflictos armados

La violencia contra las mujeres en los conflictos armados ha sido un asunto ampliamente tratado en diferentes instrumentos jurídicos internacionales debido a su gravedad en estos contextos y la necesidad de disminuir su persistencia. Entre ellos, nos podemos encontrar con la “Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer” (CEDAW), el “Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional” o la “Resolución 1325 sobre Mujeres, Paz y Seguridad del Consejo de Seguridad de la ONU” y las sucesivas a esta.

No obstante, y pese a este esfuerzo internacional, el último informe anual del Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, sobre Las mujeres y la paz y la seguridad, indica que en el año 2023 se duplicó el número de mujeres que perdieron la vida en contexto de conflicto armado con respecto al año anterior, así como el número de casos de violencia sexual. Por su parte, el porcentaje de niñas que fueron víctimas de violaciones graves en conflicto armado aumentó un 35% (Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, 2024, p. 2).

Los tipos de violencia contra las mujeres en los conflictos armados.

Tal y como señala la “Declaración y Plataforma de Acción de Beijing” en el apartado E de su Capítulo III, dedicado a la mujer y los conflictos armados, la violencia afecta de una manera desproporcionada a las mujeres, manifestándose en diversas formas (ONU Mujeres, 1995, pp. 101-102).

Entre las principales formas de violencia que enfrentan las mujeres en estos contextos se incluyen la tortura, desapariciones forzadas, desplazamientos, pérdida del hogar y bienes, pobreza, asesinato, terrorismo, violencia sexual, amenazas, reclutamientos forzados, ejecuciones arbitrarias o matrimonios forzosos, entre otras (ONU Mujeres, 1995, pp. 101-102; Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y; Amnistía Internacional, 2024).

La violencia sexual como arma de guerra.

En este escenario, la violencia sexual contra las mujeres cobra especial relevancia debido a su impacto sistemático y a la instrumentalización de sus cuerpos. Su incidencia va más allá de la violencia de género, ya que se ha llegado a configurar como una “táctica” o “arma de guerra”. Esta forma de violencia, evidenciada de manera devastadora en la guerra de Bosnia y el genocidio de Ruanda, tiene como fin destrozar las comunidades y las familias, aterrorizar a las mujeres y buscar un quebramiento de la confianza de la sociedad por la falta de justicia (Crónica ONU, 2010).

En este sentido, en 1998 la “Relatora Especial de las Naciones Unidas para la Violencia contra la Mujer”, Raddhika Coomaraswamy, ya apuntaba en un informe que esta violencia sexual en conflictos es una batalla entre hombres que se libra en los cuerpos de las mujeres (Organización de las Naciones Unidas, 1998).

El uso de la misma es tal que es considerada como un crimen de guerra y un crimen de lesa humanidad en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional. De acuerdo con este instrumento, la violencia sexual se subdivide en: violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado, esterilización y otra forma de violencia sexual de gravedad comparable (Organización de las Naciones Unidas, 1998, arts. 7.1.h) y 8.2.b).xxii)).

Las consecuencias de la violencia.

Si bien toda la sociedad sufre las consecuencias propias de la violencia en los conflictos armados, las mujeres y las niñas afrontan un impacto diferenciado. En primer lugar, las mujeres deben lidiar con las consecuencias físicas y mentales de los tipos de violencia previamente mencionados. Un ejemplo de ello es el estigma y el aislamiento que se genera hacia aquellas mujeres que sufren algún tipo de violencia sexual. Pese a que han sobrevivido, el trato que reciben es degradante tanto por la sociedad como por la justicia, que no se hace cargo de enjuiciar a los perpetradores (Amnistía Internacional, 2004, p. 2).

Por otro lado, también asumen las consecuencias indirectas derivadas de la muerte o las heridas de los hombres en los conflictos. Esto se traduce en una mayor carga en las responsabilidades familiares, con un aumento en los cuidados familiares y un incremento en su situación de vulnerabilidad (Blog Comité Internacional de la Cruz Roja, 2022).

Autora: Lidia Guardiola Alonso. Voluntaria Fundación Mujeres.

BIBLIOGRAFÍA

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