Este artículo forma parte de la campaña de activismo que se va a llevar a cabo con motivo del día 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, y los 16 días de activismo de ONU Mujeres, en el marco del proyecto “Banco de Buenas Prácticas para la prevención de la Violencia de Género y Educar en Igualdad, hacia un voluntariado 2.0 por el Buen Trato“, gracias a la financiación del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, a través del IRPF “OTROS FINES DE INTERÉS SOCIAL”
Entendemos como violencia simbólica todo aquello que promueve la adscripción a las mujeres de una serie de roles que perpetúan desigualdad. Conocida como violencia dulce e invisible porque no se nota, no se presupone, pero está en los medios de comunicación. Entendemos como violencia simbólica todo aquello que promueve la adscripción a las mujeres de una serie de roles que perpetúan desigualdad. Conocida como violencia dulce e invisible porque no se nota, no se presupone, pero está en los medios de comunicación. Además sitúa a la mujer como objeto en las interacciones cotidianas entre las personas.
Los procesos de identidad compartida entre hombres y mujeres:
La identidad es aquello que permite que alguien se reconozca a sí mismo, es decir, es aquello que nos define como individuos, y este proceso de formación de identidad es un proceso complejo en el que influye lo social, la pertenencia a una familia o a un grupo social*.
El aprendizaje desde la infancia, el papel que juega la juventud en la transición a la vida adulta, resulta clave a la hora de trabajar con unas formas de socialización que traten de romper con las dinámicas de desigualdad de género.
El psicólogo ruso Lev Vygotsky consideraba las experiencias sociales como las más formativas: “Nos convertimos en nosotros a través de los otros”. Entonces, si vivimos en un ambiente de violencia simbólica que se nutre de la violencia cultural a través del lenguaje, de la comunicación y como sabemos “El lenguaje crea realidad” y si seguimos con el lenguaje machista y racista, hablando de palabrotas, os invito a pensar cómo la palabra “coño” tiene su significado degenerado cuando es utilizada como expresión de insatisfacción cotidiana, y cuanto exprime una violencia simbólica hacia las mujeres, naturalizando el “coño” como una cosa vulgar, banal y despreciativa. Las palabrotas y tacos que descalifican a las mujeres con connotaciones sexuales tienen una gran representación, vale la pena cuestionar por qué las seguimos repitiendo si comprendemos ya su origen ideológico.
Las bromas que utilizan los estereotipos como muleta para hacer reír, sin considerar que estos chistes están anclados en determinados valores y prejuicios solidificados en la sociedad, son tan desagradables como las expresiones racistas estilo “moro”, “sudaca”, “negrata”, “trabajar como un negro”, “trabajo de chinos”, “ir hecho un gitano”, “feliz como un enano”, etc. que, aunque no sea la intención de quien las usa.
En la adolescencia y juventud se afianza este lenguaje llamándolo común hasta que no estemos consciente de la violencia simbólica no se podrá salir de esa violencia.
Por eso usemos palabras que afiancen nuestra identidad y valor como personas y no cosas.
Para más información consulta los siguientes enlaces:
* Procesos de participación de mujeres y hombres y creación de redes para el impulso de la igualdad (2016) Vanessa Viqueira García. Edit. Paraninfo.