Por Jimena Chamizo Ruiz – Voluntaria de Fundación Mujeres
“Muchas son menores de 15 o 16 años, mujeres muy flacas, las mafias quieren chicas flacas y guapas para que trabajen en prostitución” – La trata con fines de explotación sexual en el contexto de militarización y cierre de fronteras.
La trata de personas es un delito en el que una persona es engañada o coaccionada a una situación de explotación para el beneficio de otra persona y puede adoptar diversas formas, como la explotación sexual u otras formas de violencia de género, el trabajo forzado, la servidumbre doméstica u otras prácticas similares a la esclavitud, la mendicidad forzada o la delincuencia.
Actualmente los medios se han fijado en la trata de personas con fines sexuales de mujeres y niñas refugiadas ucranianas por los conflictos bélicos acaecidos durante el 2022. Sin embargo, esta problemática afecta a incontables víctimas de otras nacionalidades que también viven un infierno diario. El riesgo de sufrir violencia de género, trata de personas, abusos, traumas psicológicos y separación familiar se acrecienta en situaciones de conflicto y desplazamiento, como las dadas en el caso concreto de las personas ucranianas, pero siendo mujer los riesgos se multiplican.
Es muy difícil determinar las cifras de casos con precisión ya que es imposible determinar cuántas mujeres, niñas y niños refugiados ucranianos podrían haber sido presa de las redes de trata, las cuales suelen atraerlos con promesas de transporte gratuito, alojamiento, empleo u otras formas de asistencia.
De acuerdo con el estudio de “La trata con fines de explotación sexual en el contexto de militarización y cierre de fronteras”, la trata con fines de explotación sexual es la expresión más grave de la mercantilización de los cuerpos de las mujeres y niñas. La trata una realidad de mercado, forma parte de la economía oculta del mundo, es un mercado negro. Una minoría trabaja para maximizar el beneficio y el interés individual ignorando el respeto a los derechos humanos.
La existencia y el crecimiento de estas redes se alimentan de la creciente industria de los cuidados y del sexo en los países de destino, principalmente Europa y, concretamente, el Estado español.
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