#19JenAcción La violencia sexual en los conflictos armados alrededor del mundo

Este artículo forma parte de la campaña de activismo que se lleva a cabo con motivo del día 19 de junio, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Sexual en los Conflictos, en el marco del proyecto Voluntariado por la Igualdad, gracias a la financiación con cargo a la asignación tributaria del 0,7% IRPF en el ámbito de las competencias autonómicas de la Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación de la Junta de Andalucía.


El próximo día 19 de junio se conmemora el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Sexual en los Conflictos. Desafortunadamente, la violencia sexual en los conflictos armados no solo sigue muy presente en la actualidad, sino que los servicios de prevención y protección a víctimas y supervivientes se han visto disminuidos con motivo de la pandemia por el COVID19, y se ha dificultado su acceso a los sistemas de justicia.

La violencia sexual es un concepto muy amplio que abarca a su vez diversos tipos de violencia. Según Naciones Unidas, hace referencia a manifestaciones como la violación, la esclavitud sexual, la prostitución forzada, el embarazo forzado, el aborto forzado, la esterilización forzada, el matrimonio forzado y todas las demás formas de violencia sexual de gravedad comparable; que tienen una vinculación directa o indirecta con un conflicto.

Este tipo de violencia, en la que mujeres y niñas son las principales víctimas, es utilizada en los conflictos para obtener diversos fines como desplazar a determinadas comunidades de sus territorios, como forma de represión y control, e incluso como táctica terrorista.

La realidad de la violencia sexual en los conflictos

Los datos que la ONU nos ofrece, indican que en 2020 se registraron 34 conflictos armados, activándose dos de ellos ese mismo año: uno en Tigré (Etiopía), y otro en torno al enclave de Nagorno Karabaj, entre Armenia y Azerbaiyán. Ese mismo año, se incrementaron los conflictos considerados graves o de alta intensidad, pasando a representar casi la mitad de los casos (47%).

La infografía realizada en el marco de esta campaña, recoge las denuncias registradas en 2019 en algunos de los principales países afectados por esta problemática. No obstante, es importante destacar que las personas profesionales que intervienen sobre el terreno, estiman que solo se denuncia 1 violación por cada 10-20 producidas. Por tanto, la mayoría quedan sin documentar. Esto se debe, entre otros motivos, al miedo, la falta de credibilidad y estigma cultural que enfrentan generalmente las supervivientes de la violencia sexual relacionada en los conflictos.

De igual forma, Médicos sin Fronteras informa de que 1 de cada 2 personas que huyen de la guerra y la violencia son mujeres o niñas. Esto implica que 34 millones de mujeres y niñas ahora mismo en todo el mundo son refugiadas, desplazadas y solicitantes de asilo, siendo la cifra más alta de la historia.

Testimonios de las supervivientes

Más allá de los datos y estadísticas que las organizaciones internacionales nos arrojan en torno a la violencia sexual en los conflictos armados, están las voces de las víctimas y supervivientes de esta violencia.

Urge generar espacios donde sus testimonios puedan ser escuchados, donde la sociedad pueda conocer la realidad de esta problemática de mano de quien mejor la conoce, así como las consecuencias y el impacto que produce en sus vidas, o las iniciativas y luchas que llevan a cabo para prevenir y erradicar dicha violencia sexual.

Los conflictos que se producen en los diversos países presentan diferencias y especificidades propias, que también se traducen en diferencias en las experiencias de las mujeres supervivientes. Es por ello que en el marco de nuestra campaña #19JenAcción, queremos dar visibilidad a mujeres procedentes de varios países. Así, os animamos a escuchar testimonios desde Nepal, Colombia, Sáhara Occidental, y el República Democrática del Congo (RDC).

Para poder avanzar en esta materia, es necesario adoptar un enfoque inclusivo, intersectorial y con perspectiva de género; donde se dé voz a las mujeres, las niñas y todas las supervivientes, se aborden las causas profundas de los conflictos, se invierta en el bienestar público en lugar de en armas, y se cambie ‘el paradigma de seguridad para fomentar la seguridad humana y la resiliencia de las personas y las comunidades‘. No debemos olvidar que la justicia, la verdad y la reparación integral de las víctimas son una cuestión de derechos fundamentales de las supervivientes.

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