El pasado 6 de febrero se celebró el Día Internacional de Tolerancia Cero para la Mutilación Genital Femenina, con el objetivo de concienciar sobre la necesidad de continuar y aumentar los esfuerzos para su erradicación.
La mutilación genital femenina (MGF) es una práctica que implica la alteración o lesión de los genitales femeninos, por motivos no médicos, y que internacionalmente es reconocida como una violación grave de los derechos humanos, la salud y la integridad de las mujeres y las niñas. Desde 2012, la Secretaría General de la ONU se ha pronunciado con relación a esa práctica, definiéndola y caracterizándola claramente: «La mutilación genital femenina es una violación abominable de los derechos humanos que afecta a mujeres y niñas en todo el mundo. Esta práctica supone una negación de la dignidad, pone en peligro su salud, causa dolor y sufrimientos innecesarios, y puede incluso provocar la muerte».
La MGF se practica en aproximadamente 30 países de África y de Oriente Medio y Asia meridional, así como en algunas comunidades latinoamericanas. Al menos 200 millones de niñas y mujeres han sufrido la mutilación de sus genitales, según las estadísticas, ante lo cual organizaciones como ONU Mujeres, UNICEF y el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), reiteran su compromiso de poner fin a estas violaciones de derechos humanos, buscando la protección de las decenas de millones de niñas que todavía corren el riesgo de ser mutiladas, de aquí al 2030.
Las principales consecuencias -no las únicas- de la MGF son:
- La muerte por infección, debido a las fatales condiciones en las que se practica.
- Terribles secuelas físicas y psicológicas para toda la vida.
- La analfabetización, puesto que tras la mutilación las niñas son casadas o abandonan la escuela.
Durante el pasado 2020, con motivo de la crisis derivada de la COVID19, se ha dificultado al consecución de la meta 5.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) sobre la eliminación de todas las prácticas nocivas para las mujeres y niñas, incluyendo la MGF. El UNFPA estima que las interrupciones en los programas de prevención que fueron provocadas por dicha crisis, podrían dar lugar a 2 millones de casos de mutilación genital femenina en el próximo decenio, que podrían haberse evitado. Ante esta realidad, Naciones Unidas -a través de su programa conjunto UNFPA-UNICEF– ha realizado adaptaciones para que las intervenciones garanticen la respuesta humanitaria y la ayuda posterior a la crisis.
Este 2021 la efeméride se centra en la promoción de una acción conjunta y la movilización mundial de fondos. El programa mencionado y el Comité Interafricano sobre Prácticas Tradicionales (IAC) lanzan el lema «No hay tiempo para la inacción global: Unión, financiación y acción para eliminar la mutilación genital femenina«. En este sentido, cabe destacar que, para lograr la meta de la Agenda 2030, se requieren unos 2400 millones de dólares durante los próximos diez años. Equivale a menos de 100 dólares por niña. Fore y Kanem -directoras ejecutivas de UNICEF y del UNFPA, respectivamente- ponen de relieve que “Este es un precio muy pequeño a pagar por preservar la integridad corporal de una niña, su salud y su derecho a decir no a la violación”.
Sensibilizando y tomando conciencia sobre lo antinatural de esta práctica, también se visibiliza lo que ocurre. No obstante, las acciones para la erradicación de estas prácticas inhumanas y atroces requieren aún más compromiso y voluntad política, así como de la coordinación de las fuerzas no gubernamentales y de la sociedad civil. Se deberá continuar aunando esfuerzos para evitar que continúen negándose y desconociéndose estos derechos fundamentales de las mujeres, tan importantes como el de la dignidad, o la salud sexual y reproductiva.
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