Este artículo forma parte de la campaña de activismo #28M de Fundación Mujeres con motivo de la conmemoración del Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres.
En la actualidad, el sesgo de género sigue presente en la investigación y en la práctica sanitaria.
La doctora Carmen Valls-Llobet, autora del libro “Mujeres invisibles para la medicina”, sostiene que casi no hay profesionales que estudien el ciclo menstrual y que los trastornos menstruales siguen siendo poco conocidos por las y los profesionales. Asimismo, alerta que la menstruación no debería doler nunca, y que si esto ocurre, el dolor debería cesar con un analgésico. No obstante, son muchas las mujeres que han normalizado un dolor que puede esconder enfermedades como la endometriosis.
Esta enfermedad consiste en la implantación y crecimiento de tejido endometrial fuera de su lugar natural. Si bien el tejido se expande normalmente por los ovarios y el útero, puede extenderse por otras zonas como intestino, recto, vejiga y uréteres. Ocasionalmente, el tejido puede alcanzar cualquier otra región del cuerpo como el estómago, el pulmón o el cerebro.
En los dos primeros estadios de la enfermedad, suele mantenerse bajo control con pastillas anticonceptivas o con un Dispositivo Intra Uterino liberador de hormonas, mientras que los casos más severos requieren cirugía.
La endometriosis, que afecta en torno al 10% de las mujeres, a veces no presenta síntomas, aunque puede producir un alto porcentaje de casos de infertilidad y abortos naturales. En otras ocasiones produce unos dolores crónicos agudos incapacitantes que impiden vivir una vida normal.
A esto hay que sumar el hecho de que la falta de investigación y el desconocimiento generalizado de los trastornos menstruales, han provocado que el tiempo medio de diagnóstico se alargue entre ocho y diez años.
Las mujeres afectadas denuncian diferentes tipos de violencia y discriminación entre los que destacan la violencia laboral, ya que la baja médica suele hacer referencia a la menstruación y no suele especificar el tipo de enfermedad que sufren. Como consecuencia, muchas mujeres pierden sus empleos a causa de su discapacidad y otras quedan relegadas al desempleo crónico por causa de la enfermedad.
Asimismo, a menudo no pueden acceder al reconocimiento jurídico del grado de discapacidad, ni tras haber sufrido una colostomía, la pérdida de un riñón, o media vejiga, o tras la invasión de un pulmón. Por ello, La Asociación Española de Afectadas por la Endometriosis (ADAEC), reivindica un cambio normativo que ofrezca protección jurídica a las situaciones de discapacidad por esta enfermedad.
La normalización de los dolores menstruales, así como el desconocimiento generalizado en la comunidad médica en relación a estas dolencias, impide el diagnóstico precoz de la endometriosis. Por ello, es necesario conseguir una mayor concienciación y sensibilización de la sociedad sobre esta enfermedad, y cómo afecta a las pacientes, así como invertir en investigación y en campañas de detección precoz.
Por último, es necesario luchar contra los sesgos de género presentes en las resoluciones de incapacidad permanente por endometriosis y otras enfermedades de alta prevalencia en mujeres.
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