El doble infanticidio de Anna y Olivia en mayo de 2021 ha vuelto a poner el foco en los y las menores como víctimas directas de la violencia de género. Suelen quedarse en un segundo plano cuando se trata de violencia de género, considerándose como víctimas colaterales cuando en realidad son víctimas directas. Hijos e hijas son testigos de la violencia que sufren sus madres, viven en una cotidianidad de normalización de la violencia, causándoles secuelas tanto físicas como psicológicas. Profesionales de Psicología consideran que se trata de un problema social y de salud, ya que las y los menores desarrollan efectos como la ansiedad, la baja autoestima e, incluso, el aislamiento social.
Se perciben así varios problemas para proteger a las víctimas menores. El primero es que la Justicia no escucha sus testimonios durante los juicios. Y, en segundo lugar, se disocia el rol de padre del de maltratador, dando más prioridad a las necesidades del padre que al del o la menor, quien es perfectamente consciente de lo que sucede a su alrededor y de su voluntad. La suspensión de las visitas se suspende sólo en el 3% de los casos con sentencia firme.
Desde 2013, la violencia de género ha dejado 312 menores en situación de orfandad y 39 asesinatos de menores por la pareja o expareja de su madre.
La violencia vicaria: una cara más de la Violencia de Género
Cuando la violencia se realiza sobre los hijos e hijas por parte del progenitor con el objetivo de causar dolor a su pareja o expareja, se llama “Violencia vicaria”. Este término fue teorizado por la psicóloga especializada en Violencia de Género, Sonia Vaccaro en 2012. Pero no fue hasta 2013 que los asesinatos de menores a manos de su padre fueron contabilizados dentro de las víctimas de Violencia de Género, y hasta 2017 que se incluyó el concepto en el Pacto de Estado contra la Violencia de Género.
Hay una instrumentalización de estas criaturas, utilizadas para continuar con el maltrato hacia las mujeres, una vez que la pareja se ha separado. La violencia no termina y los hijos e hijas tienen que aprender a vivir con la figura de un padre maltratador, rompiéndose así el mito del padre amoroso y protector.
La violencia ejercida sobre ellos sigue el mismo patrón de la violencia ejercida sobre las mujeres y es una cara más de la violencia de género, que no hay que dejar de lado.
"No es un loco asesino, es la cara del machismo, de ese hombre que no tolera la libertad de la mujer o su igualdad y contra eso debemos luchar todos los días" Victoria Rossell, Delegada del Gobierno contra la Violencia de Género
Medidas de prevención y protección
Para salir de este ciclo de la violencia y evitar que la reproducción de la violencia de la que han sido testigos durante su infancia, se pueden llevar a cabo varias medidas. Por parte de la Justicia, se insiste en la suspensión de los regímenes de visitas ante cualquier indicio de violencia, así como la privación de la patria potestad. Además los poderes públicos incitan a la denuncia para poder poner en marcha el protocolo de Violencia de Género como el alejamiento del maltratador y el acompañamiento psicológico tanto a mujeres como a sus hijas e hijos. «El primer paso para salir de la violencia de género es verbalizarlo y pedir ayuda» dice Carmen Calvo, consciente de las dificultades de dicha acción.
Estos indicios de violencia se llevan a cabo por el Sistema de Seguimiento Integral en los casos de Violencia de Género (Sistema VioGén), de la Secretaría de Estado de Seguridad del Ministerio del Interior. En ocasiones los indicios son amenazas directas contra las madres, y en otras, el síntoma del miedo de las madres tiene que servir de precedente para actuar «antes» del daño. Se considera que en España hay 471 menores en riesgo de convertirse también en víctimas de sus propios padres. De ellos, 415 están en situación de riesgo medio, 55 alto y uno extremo.
Por último, se llama a la sensibilización y la concienciación sobre Violencia de Género desde temprana edad para darse cuenta que estos niños y niñas son las víctimas mas vulnerables de la violencia de género. Un ejemplo es el cuento de María Márquez “El chubasquero de Aurora” en el que se narra la historia de una niña víctima de violencia de género, con el objetivo de ayudar a todos los menores a superar estas situaciones.
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