Poniendo el foco sobre las relaciones de violencia en el ámbito de la pareja (teniendo en cuenta que estas se pueden dar en cualquier contexto que implique la relación con otra persona, sea en el ámbito familiar o laboral, entre otros) las consecuencias de estas abarcan más allá de la propia relación sentimental.
Las relaciones de violencia en el ámbito de la pareja se describen como relaciones tóxicas, haciendo referencia a un vínculo con una persona, en este caso la pareja, que provoca una serie de consecuencias negativas en una o ambas personas de la relación. Con características como el chantaje emocional, la manipulación o el maltrato físico o psicológico; las consecuencias a corto y largo plazo de dichas relaciones abarcan el sufrimiento psicológico, el aislamiento o la sensación de desesperanza de los implicados e implicadas, entre otros.
En este tipo de vínculos, como en cualquier otro, se establecen una serie de reglas que sustentan la relación entre las personas integrantes. Dichas reglas no son funcionales, es decir, no permiten alcanzar el bienestar de ambas personas, y suelen estar basadas en la inseguridad y el miedo.
Un fenómeno de gran interés y del que quiere hacer testimonio el presente artículo, es la extrapolación de dichas reglas a situaciones externas a la relación o a otras relaciones sentimentales.
Pongamos el ejemplo en el que hemos aprendido que, amenazando a nuestra pareja con una ruptura inmediata de la relación, obtenemos aquellos que deseamos de él o ella. De forma repetida y en periodos largos de tiempo, esta forma de actuar podría emplearse en distintos ámbitos al que se creó, por ejemplo, en el contexto familiar.
Al igual que ocurre con aquellas conductas que tienen resultados beneficiosos para nosotros y nosotras, también ocurre con aquellas que provocan sufrimiento de carácter psicológico. Véase, por ejemplo, cuando hemos estado inmersos o inmersas en una relación intermitente en la que las rupturas y abandonos por parte del otro miembro de la pareja eran constantes, como consecuencia, se genera en la víctima un miedo irracional al abandono por otros seres queridos o en relaciones sentimentales futuras.
La capacidad de aprender nuevas formas de comportarse en las personas no es finita, por lo que situaciones de un peso emocional tan característico como el de las relaciones sentimentales tóxicas, tienen consecuencias más allá de la propia pareja incluso cuando esta ya no está en la vida de las personas implicadas.
Para más información puedes consultar las siguientes fuentes: