El pasado miércoles 16 de marzo tuvo lugar en la Sala Clara Campoamor del Congreso de los Diputados la Jornada «Ni es trabajo, ni es sexo: ¡Abolición de la prostitución para proteger los derechos de todas las trabajadoras!», organizada por el Grupo Parlamentario Socialista, la Coalición para la Abolición de la Prostitución (CAP International) y la Escuela Abolicionista Internacional.
En este acto participaron figuras internacionales del movimiento abolicionista de la prostitución como son Amelia Tiganus, autora del libro La revuelta de las putas, cofundadora de la Escuela Abolicionista Internacional y superviviente de la prostitución en España; Sabine Reynosa, sindicalista francesa y miembra del colectivo confederal «Mujeres-miximidad» de la CGT; Rachel Moran, autora del libro Paid For, fundadora de SPACE Internacional y superviviente de la prostitución en Irlanda; e Ingeborg Kraus, Doctora en Psicología, experta en psicotraumatología, cofundadora de la red «Stop Sex Buying» e iniciadora del llamamiento «Psicólogas y psicólogos alemanes en contra de la prostitución» en Alemania. Por parte del Grupo Parlamentario Socialista, inauguraron la jornada Héctor Gómez, portavoz del Grupo, y Andrea Fernández, Secretaria General de Igualdad del PSOE y diputada por León.
El acto se desarrolló en dos mesas. La primera de ellas, con el nombre «El concepto del ‘trabajo sexual’ una vulneración ultraliberal de los derechos de todas las trabajadoras», contó con las ponencias de Amelia Tiganus y Sabine Reynosa. En ella, Amelia Tiganus hizo hincapié en que la prostitución «no es sexo, es violencia sexual» y que no debemos hablar de trabajo sexual de una manera individual, sino que hay que hablar de «lo global, lo político, de un sistema de prostituye a las mujeres» y reconocer a las mujeres prostituidas como víctimas, para lo cual es imprescindible una ley integral abolicionista. Por su parte, para Sabine Reynosa es necesario hablar con las supervivientes, examinar las cifras y mirar la realidad de la prostitución para darnos cuenta de que la prostitución «no tiene que ver con el concepto de trabajo decente» que establece la OIT (Organización Internacional del Trabajo).
La segunda de las mesas, llamada «Realidad y consecuencias de la prostitución: una antítesis del “trabajo decente”», fue desarrollada por Rachel Moran e Ingeborg Kraus. Concretamente, Rachel Moran habló del peligro que supone que el proxenetismo llegue al público general y les haga creer que «la prostitución es un trabajo como otro cualquiera». «Las condiciones del sistema prostitucional son reveladoras», dijo la autora, «la realidad es muy distinta de lo que se nos cuenta y dista mucho de ser una forma ordinaria de empleo como otra cualquiera». Manifestó que «el trabajo digno respeta los derechos fundamentales de las personas» y, sin embargo, en la prostitución esto no ocurre, ya que «no es beneficiosa para la integridad de las ‘trabajadoras'», sino todo lo contrario: «es una experiencia traumática continua e incesante a nivel físico y mental, así como a nivel emocional».
Finalmente, Ingeborg Kraus habló sobre el llamado «modelo alemán», un modelo regulacionista de la prostitución que lo que ha conseguido es normalizar la prostitución, precarizar la situación de las mujeres, legalizar la violencia que se ejerce hacia ellas y contribuir a «una explosión de la demanda», ya que una legislación que «les garantiza impunidad les desconecta de la capacidad de sentir empatía», a pesar de conocer las condiciones de las mujeres prostituidas. Por último, mencionó que la prostitución es «dinero a cambio de sexo no deseado», siendo el intercambio de dinero lo que parece «justificar la violación a ojos de los hombres; sin embargo, para las mujeres sigue siendo una violación, una violación no castigada». Para ella, una legislación que permite la ‘compra de sexo’ «invisibiliza a los culpables y hace que las víctimas dejen de considerarse víctimas».
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