Cuando pensamos en nuestros hijos e hijas, solemos asumir que la pornografía es un ente totalmente ajeno y que se consume en otras familias. Sin embargo, entre un 15% y un 20% de los y las adolescentes tiene su primer contacto entre los 7 y los 9 años. Este consumo se produce en la intimidad (93,9%), a través del teléfono móvil, y se centra en contenidos gratuitos online (98,5%), basados de manera mayoritaria en la violencia y la desigualdad. (Save the Children;2020)
El 20% accede antes de los 10 años y a los 13 el consumo ya está normalizado, integrado en su día a día (Proposición de ley 122/000326 de 19 de mayo de 2023). Las niñas y las adolescentes también consumen sin embargo, la intensidad del consumo tiene mayor incidencia en los niños, los adolescentes y los jóvenes.
El problema no es sólo que consuman pornografía, es el tipo de pornografía que consumen, principalmente hardcore. En esta pornografía la mujer cumple un rol al servicio del hombre, es un objeto y como tal, no se tiene en cuenta su deseo, su consentimiento, su bienestar ni sus límites. Mujeres atadas, heridas, vejadas, violadas, insultadas, humilladas, drogadas, inconscientes, borrachas, discapacitadas. Las primeras veces que se exponen a ese contenido “salvaje” se asustan, poco tiempo después les resulta gracioso y pueden compartirlo con otras personas menores entre risas y chistes. Poco a poco su empatía disminuye, el maltrato, la violencia, el utilizar un cuerpo ajeno para el placer propio se integra en su concepción de “lo normal” y si, tiene consecuencias.
¿Por qué las generaciones más jóvenes consumen pornografía?
Por curiosidad sexual y por validación social. Inicialmente, porque de sexo hablamos poco, tarde y mal. El sexo es ese tabú que no puedes hablar con ningún adulto, en los mejores casos, se dialoga con los menores de sexualidad en términos reproductivos y anticonceptivos, pero nadie habla de sexualidad sin tapujos con ellos y ellas. En esta etapa de la vida realmente, se quiere saber todo al respecto de las relaciones sexuales en toda la extensión de la palabra. No se puede olvidar que las personas adultas arrastran ese tabú respecto al sexo, y al hablarlo con los y las menores de edad se hace con incomodidad.
Las personas somo seres sexuados desde el nacimiento, por ello es importante tratar estos temas desde edades tempranas con los matices que cada época requiere. Hay que tener en cuenta que los entornos donde chicos y chicas socializan, es de vital importancia tener conocimientos acerca del sexo, esto les da reconocimiento. La apariencia de experiencia, se convierte en un factor importante, e incluyente para pertenecer a un grupo social, por ello una educación sexual constante es urgente en todos los ámbitos de la sociedad.
La pornografía es producto de los seres humanos, forma parte de su construcción social, y a su vez modela, y se convierte en un referente de relacionamiento íntimo entre personas. Los avances en tecnología han permitido que el acceso a la pornografía sea cada vez mayor. Lo anterior ha tenido como consecuencia que el consumo de ésta se comience a edades más tempranas, lo que ha implicado un crecimiento exponencial de sus consecuencias negativas.
Los menores como agresores y víctimas.
No es difícil deducir que si las prácticas de los niños, adolescentes y jóvenes, tendrán como referente la pornografía, sus formas de relacionamiento íntimo con sus parejas serán de diversas formas permeadas por aquello que consumen. En este sentido, sus prácticas sexuales podrán afectar de múltiples formas a sus parejas, siendo las mujeres las principales receptoras de este tipo de violencia.
Esta serie de consecuencias tendrán impacto de alto nivel que no solo afectarán al consumidor, sino que sus efectos serán de carácter expansivo a las demás personas con las que se relacione como pareja. Es urgente una educación en sexualidad consciente diversa y eficaz, que mitigue todas las dudas de las nuevas generaciones con respecto a las relaciones íntimas entre personas.
Enseñar a los y las menores que las prácticas que ven en la pornografía se distancian de múltiples formas de lo que debe incluir un acto sexual entre personas. A su vez la sensibilización frente al derecho al placer para todas y todos, y no como algo exclusivo de los hombres es de vital importancia para un equidad de relacionamiento sexual. Educar para la compresión del consentimiento es otro de los factores vitales para mitigar formas de violencia sexual que se ejercen sobre las mujeres. La escucha activa y la empatía, son valores fundamentales que deben insertarse en los discursos educativos, de tal forma que la praxis de los mismos se pueda llevar a cabo de forma eficaz.
La educación, una comunicación eficaz en las familias y en los entornos educativos, es urgente para lucha contra los impactos negativos que la pornografía esta teniendo en las generaciones más jóvenes. Las familias son el primer filtro para que la población menor de edad tenga la información correcta para establecer formas de relacionamiento íntimo sanas. Si en este primer entorno de socialización la sexualidad es un tabú, ya gran parte de la batalla contra las consecuencias de la pornografía estará perdida.
Compartimos un pequeña guía con algunos datos y consejos que pueden servir para la lucha contra la desinformación sexual.
Guía para familiares y nota de Soraya Rubio, voluntaria Fundación Mujeres.