A raíz de la violación colectiva de una menor ocurrida en Río de Janeiro el pasado 21 de mayo por más de 30 hombres, miles de mujeres brasileñas salieron a las calles de varias ciudades el pasado miércoles uno de junio para exigir que se ponga fin a las agresiones sexuales contra las mujeres y a la “cultura de la violación” que culpa y criminaliza a las víctimas y exime de culpa a los violadores.
Río de Janeiro fue la ciudad con la marcha más multitudinaria, en la que participaron al menos 2.000 mujeres. Durante el trayecto de la marcha se corearon numerosas consignas contra las violaciones como “cuídense machistas, América Latina va a ser toda feminista» y las manifestantes llevaron numerosos carteles en los que se podían leer frases como “el machismo mata”, «se trata de violencia, no de sexo», “no es no”y «cuando desperté, había 30 hombres encima de mí», frase pronunciada por la víctima de la violación colectiva.
Carol Danelli, que participó en la marcha, acusó de ser “machista” a la prensa brasileña por la representación que hace de la mujer y que, según ella, quedó demostrado en el trato que dieron las noticias publicadas a la violación en masa: «En la última semana las noticias siempre colocaron en jaque la voz de la víctima y nunca responsabilizaron al violador», dijó a Efe. En relación con esto, Esperança Fernandes Almeida, otra de las manifestantes, aseguró que en Brasil «existe una normalización de la violación», a través de la publicidad y las telenovelas y que «siempre se culpabiliza a la mujer» cuestionando su vestimenta o si pasa la noche en la calle y tratando sus cuerpos «como objetos».
Cientos de mujeres participaron en una concentración similar en Sao Paulo, donde la marcha llevó el nombre de “Por todas ellas” y se abordaron reivindicaciones como la violación, el machismo, los derechos de la mujer y la misoginia. Las manifestantes llevaron carteles en lo que se leían mensajes como «violación, la culpa no es de la víctima», «tu machismo mata», “el cuerpo es mío» y «todas por ellas» y contra la «cultura de la violación» que aseguran que se vive en Brasil. Al respecto, la profesora Cristiane Megid dijo a Efe que «no es una enfermedad. Es un desvío de carácter y es una cultura que abraza discursos que circulan por la sociedad en conversaciones que parecen insignificantes, como piropos y censuras a la mujer. No se naturaliza el crimen y sí a la cultura de él»
“El país se construyó bajo una sociedad patriarcal en la que es una práctica ver y tratar a la mujer de una forma desigual, como un ser menos y menor que el hombre», denunció la periodista y activista Camila Engelbrecht.
Aunque el número de manifestantes mujeres fue muy superior al de hombres, algunos de ellos también decidieron participar en las marchas contra el machismo y la violencia de género. «No me considero machista, pero puedo serlo sin darme cuenta en las pequeñas cosas. Vivo en una sociedad machista, en una familia machista y como hombre tengo privilegios», explica un manifestante que prefiere mantenerse en el anonimato, «lo que puedo hacer es deconstruir mi machismo, en mi caso, con el contacto que mantengo con amigas feministas. Hoy estoy aquí invitado por ellas, en una posición de oyente y nunca como protagonista», añade.
«Los hombres de aquí tienen la cultura de vernos como objetos. Piensan que pueden acercarse e invadir tu espacio, tocarte… yo les digo a las mujeres que no agachen la cabeza frente a ningún hombre, que no acepten ninguna ofensa», concluyó la manifestante Grazielly da Costa Dantas.
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