Por Ángeles Cuesta – Voluntaria de Fundación Mujeres
Las cifras hablan por sí solas: menos del 8% de la población reclusa son mujeres. Todo el sistema penitenciario está pensado, diseñado y organizado para los hombres. En España solo existen 4 cárceles exclusivamente de mujeres, el resto se distribuye en módulos de mujeres dentro de cárceles para hombres, cuyas zonas comunes, actividades, trabajos remunerados o talleres están copados por ellos.
La falta de cárceles o módulos para mujeres en la mayoría de las comunidades autónomas obliga a las reclusas a tener que cumplir sentencia lejos de su lugar de origen o residencia. El 80% de las reclusas son madres y esta circunstancia les impide mantener contacto fluido con sus hijos e hijas o dificulta que los menores que conviven con ellas en el entorno penitenciario mantengan vínculos con otros familiares.
Más del 80% de las mujeres reclusas han sufrido algún tipo de violencia machista. Su ingreso en prisión hace que dejen de ser víctimas para convertirse en delincuentes. Muchos de los delitos cometidos por estas mujeres están relacionados con sus parejas varones o con el sostenimiento económico de su familia.
Al 42% de las mujeres en prisión se les ha diagnosticado algún tipo de trastorno mental. Existe un doble rasero en la administración de la justicia: las penas suelen ser más duras para las mujeres que para los hombres, aun tratándose de delitos semejantes. La pena de prisión se aplica de manera excesiva teniendo en cuenta la escasa peligrosidad de la mayoría de los delitos cometidos.
Como en otros ámbitos, las mujeres dentro del sistema penitenciario sufren las consecuencias institucionales y sociales de ser mujeres pobres y con escasa o ninguna formación.
Ante esta realidad, la asociación Teta&teta lanzó en 2018 la iniciativa A LAS OLVIDADAS con la premisa “¿Qué libro le regalarías a una mujer que está en la cárcel?”. El objetivo es hacer llegar libros con dedicatorias a todas la prisiones y módulos de mujeres. La propuesta abre un camino de conexión entre las mujeres privadas de libertad y las personas que desde fuera reflexionan sobre la situación de estas mujeres y tratan de empatizar con ellas.
La dedicatoria es, de hecho, el alma de esta iniciativa. Una dedicatoria crea el vínculo, “el abrazo” que da fuerza y rescata de la deshumanización de la cárcel.
Todo tipo de libros es bienvenido porque hay todo tipo de mujeres para recibirlos, desde libros infantiles o de aventuras a ensayos o biografías. También son bienvenidos en otros idiomas, para todas las distintas nacionalidades que conviven en prisión.
Actualmente, A las olvidadas cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura y la idea la han empezado a reproducir con éxito en Francia, México y Colombia.
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