Por Tiare Paoa García — Voluntaria de Educación y Prevención de violencia de género de Fundación Mujeres
El Abuso Sexual Infantil sigue siendo una problemática difícil de visibilizar debido a la existencia de estereotipos, creencias y mitos asentados en una cultura patriarcal que perpetúan el silencio de las victimas dificultando la detección e invisibilizando la magnitud de la problemática.
Un aspecto crítico de esta problemática es que las niñas son víctimas de abuso sexual en una proporción significativamente mayor que los niños. Es imperativo reconocer cómo las normas y estereotipos de género pueden influir en la percepción y la respuesta al abuso sexual infantil. Las niñas pueden enfrentar una victimización doble, ya que no solo sufren el trauma del abuso, sino que también se enfrentan a la posibilidad de ser culpabilizadas o estigmatizadas. Por otro lado, los estereotipos de masculinidad pueden generar un escepticismo en torno a las experiencias de abuso sufridas por niños varones, ya que la masculinidad tradicional se asocia con la fortaleza, la valentía y la falta de vulnerabilidad.
Además, es crucial brindar apoyo psicológico especializado a las víctimas, teniendo en cuenta las diferencias de género en las respuestas al trauma, y los procesos de victimización a los cuales son expuestos los y las niñas en el sistema judicial.
Save the Children ha subrayado que el abuso sexual infantil constituye una de las formas más graves de violencia contra la infancia y adolescencia, destacando la necesidad de mejorar el proceso judicial, ya que algunas víctimas deben declarar múltiples veces antes del juicio, lo que puede ser traumático. En su estudio encontraron que sólo en el 24,9 % de los casos se utilizó la prueba preconstituida, es decir, la grabación del testimonio para que no tengan que repetir esa declaración en reiteradas ocasiones. Es por ello que aboga por la implementación del modelo Barnahus en todas las comunidades autónomas. Este modelo ofrece una atención integral donde todas las instituciones involucradas en casos de abuso sexual infantil trabajan coordinadamente para prevenir la victimización secundaria.
En su informe “Por una justicia a la altura de la infancia”, la ONG alerta que el mayor porcentaje de víctimas son niñas y adolescentes y que la edad media de inicio de los abusos son los 11 años. En cuanto al perfil de los agresores sexuales, en el 80 % de los casos de abuso sexual, el agresor es una persona del entorno familiar o alguien conocido del niño o niña. Alarmantemente, el 96 % de los abusadores no tiene antecedentes penales relacionados con violencia sexual.
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