Campaña 25N «Violencia Sexual en los centros educativos»

Por Davinia Negrín – Equipo de voluntariado del Observatorio de Violencia

Dentro de la Campaña Internacional 16 días de Activismo contra la Violencia basada en el Género a la que la Fundación Mujeres se ha unido, se ha puesto este año el foco en la Violencia Sexual. En este artículo, queremos centrarnos en la Violencia Sexual dentro de los centros educativos, ya que éstos constituyen un entorno fundamental en el desarrollo individual desde edades tempranas. Como reflejo de la sociedad en la que se encuentran inmersos, en ellos se transmiten valores, pero también se reproducen acciones discriminativas y violentas.

Como indican Blaya y Lucas en un estudio publicado en 2007, aunque existe un marco legal europeo y nacional que fomenta un sistema educativo igualitario y libre de sexismos, hay numerosos estudios que demuestran que existe una incidencia relevante de agresiones sexuales hacia el alumnado más vulnerable. El 69,4% de los y las adolescentes y jóvenes encuestadas en un trabajo realizado en 2005 (Ortega y col.) afirmó haber sido víctima de violencia sexual por parte de sus compañeros. El 16,6% afirmó haberlo sido de manera muy frecuente.

Al igual que ocurre fuera de estos centros, una importante proporción de estos casos no es denunciado ni comunicado por parte de la víctima; no solo por el hecho del sentimiento de humillación y vergüenza, miedo o coacción por parte de la persona que perpetra la agresión, sino por la dificultad que tienen las víctimas de identificar ciertas prácticas como una agresión. Esto se debe, por una parte, a que existen muchas formas de agresión sexual y muchos niveles dentro de las mismas: vejaciones, insultos y miradas obscenas, envío de mensajes o imágenes de alto contenido sexual, tocamientos, besar contra la voluntad, estrujarse con intenciones sexuales, obligar a desnudarse, obligar a tener relaciones sexuales, etc. Por otra parte, además, ocurre que muchas de estas prácticas pueden malinterpretarse como normales en una fase de cortejo o dentro de una relación sentimental. De hecho, el 66% de los y las adolescentes entrevistadas en el estudio de Ortega y col. afirmaron haber sido agredidos sexualmente por sus parejas.

De los muchos estudios realizados sobre la violencia sexual en el entorno escolar, se extrae también que, cuando dicha violencia es ejercida sobre una chica por parte de un chico, se debe principalmente a un mantenimiento del poder del segundo sobre la primera, enmarcando de esta manera su superioridad física y mental. El agresor perpetúa de esta manera la idea de fragilidad y emotividad asociada a su víctima femenina, y se garantiza un elevado estatus dentro de su grupo de iguales masculinos (Blaya y Luca, 2007).

Las consecuencias que podemos observar en las víctimas de este tipo de violencia van desde una decreciente autoestima y falta de concentración, hasta una disminución en el rendimiento académico e, incluso, abandono escolar.

Con todo, la prevención se establece como una herramienta crucial para acabar con estas prácticas en los centros educativos. La prevención entendida como un conjunto de iniciativas que impliquen la información y educación del alumnado para identificar actuaciones que atenten contra su integridad sexual y física, pero que también impliquen la concienciación y detección por parte del personal educativo, y la gestión y transformación desde la escala política y social.

 

 

 

 

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