Este artículo forma parte de la campaña de activismo que se va a llevar a cabo con motivo del día 8 de marzo, en el marco del proyecto “Banco de Buenas Prácticas para la prevención de la Violencia de Género y Educar en Igualdad, hacia un voluntariado 2.0 por el Buen Trato”, gracias a la financiación del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social a través del I.R.P.F “OTROS FINES DE INTERÉS SOCIAL”.
Por Silvia Soto Ruiz – Equipo de voluntariado del Observatorio de Violencia
El 8 de marzo ya está aquí otra vez. Tan solo faltan 2 días para la segunda huelga feminista en España, convocada de nuevo en sus 4 vertientes: laboral, de consumo, de cuidados y estudiantil. Es, sin duda, un concepto de huelga que trasciende el modelo tradicional de la misma precisamente porque lo que se pretende visualizar es que, en palabras de la Comisión 8M, sin las mujeres «ni se produce ni se reproduce».
Todo el mundo reconoció el éxito, en cuanto al seguimiento y al impacto, de la huelga feminista de 2018. No obstante, siguen existiendo 1000 razones para convocar la huelga de 2019, que busca «la transformación de la sociedad, la cultura, la economía y la relaciones», según la Comisión 8M. Y precisamente por esta aspiración transformadora, la convocatoria abarca por igual los 4 ejes mencionados anteriormente.
LA HUELGA EN EL SECTOR EDUCATIVO
La huelga en el sector educativo tiene una especial relevancia debido a las características, finalidades y esencia del propio sistema de enseñanza. En este sentido, y tal y como se expresa en el argumentario de la Comisión 8M, «el sistema educativo es el principal espacio de socialización (…) y está muy lejos de ser un espacio en el que se crece en igualdad e igualdad social».
¿Y por qué el sistema educativo está tan lejos de esa igualdad? En líneas generales, la propia Comisión 8M señala los siguientes aspectos de este ámbito:
- Valores machistas y roles/estereotipos de género en las aulas. El centro educativo es un lugar donde se construyen y reproducen los roles y estereotipos sexistas, que luego desembocarán, entre otras cuestiones, en la existencia de titulaciones académicas y profesiones feminizadas (por ejemplo, las relacionadas con el cuidado, como la educación y sanidad) y otras masculinizadas (por ejemplo, las carreras denominadas STEM). Además, muchas de las profesiones feminizadas suelen tener condiciones más precarias y peor remuneradas. En consecuencia, las elecciones que hacen niños y niñas, que hacen chicas y chicos, no son casuales sino que responden a esos mismos estereotipos. Resulta especialmente reveladora la advertencia de Marina Subirats, catedrática y experta en Sociología de la educación, sobre que las niñas ya interiorizan desde bien temprano que los niños son superiores a ellas. En este sentido, un estudio publicado en la revista Science en 2017 también confirma que las niñas, con solo 6 años, ya se consideran menos brillantes que sus compañeros.
- «El techo de cristal» (o directamente «techo de cemento») en la educación. No se puede olvidar tampoco la especial dificultad que tienen las mujeres para ascender en su carrera profesional, sea en el ámbito que sea. Incluso, en los sectores feminizados, como es el caso de la educación, esta dificultad es una realidad. Por ejemplo, y recordando que la presencia femenina estuvo vetada en la universidad hasta principios del s. XX, en la actualidad y desde 1990 hay más mujeres que hombres que acceden a los estudios superiores (y, además, con mejores resultados). Sin embargo, se produce un «embudo» con respecto a los escalafones superiores. Es significativo que apenas haya habido 19 rectoras en 8 siglos de historia universitaria en España, la primera de ellas en 1982, Elisa Pérez Vera (UNED). En 2018 tan solo había 11 rectoras frente a 65 rectores en los centros de enseñanza superior, tanto públicos como privados, y apenas alrededor de un 20% de catedráticas.
- Ausencia y ocultación en las aulas. Coeducación y corresponsabilidad, educación afectivo-sexual y referentes femeninos. Todo esto es lo que continúa sin haber en las aulas, con el consecuente impacto. Por ejemplo, nada se enseña en las aulas sobre el trabajo reproductivo y de cuidados que realizan principalmente las mujeres, el pilar del sistema económico; en consecuencia, parece imposible que se hable y se eduque en la corresponsabilidad, esencial para la igualdad entre hombres y mujeres. Por otro lado, los libros de texto invisibilizan la aportación que las mujeres, a lo largo de la Historia, han ido haciendo al conocimiento en todas sus diferentes disciplinas. Esto, al margen de ser una injusticia a todas luces, supone el «robo» de referentes femeninos para las niñas, pero también para los niños, lo que incide en su futura trayectoria profesional y vital. Por último, la ausencia de una verdadera educación afectivo-sexual en las aulas impide neutralizar la idea del amor romántico (heterosexual), que está en la base de las relaciones sentimentales tóxicas. Debido a sus implicaciones en la violencia de género, es de vital importancia que se trate en las determinadas etapas de la adolescencia y la juventud como método de prevención.
Como vemos, razones para la huelga en el ámbito educativo no faltan. Tampoco los y las agentes implicadas. De hecho, en este sector se entrelazan nítidamente dos de los cuatro ejes que conforman la convocatoria de huelga: por un lado, la huelga laboral a la que, como en cualquier otra actividad productiva, está llamado el profesorado y el resto del personal trabajador de los centros educativos y, por otro, la huelga estudiantil, a la que está llamada el alumnado.
PROFESORADO, ALUMNADO Y COLECTIVO DE PADRES Y MADRES
En el caso de la huelga laboral, resulta revelador que, aunque los sindicatos mayoritarios, UGT y CC.OO., han convocado paros parciales durante un mínimo de 2h, también han contemplado la posibilidad de ampliarlos a toda la jornada en determinados sectores, como los feminizados. Por ejemplo, la Federación de Enseñanza de CC.OO. directamente ha convocado una huelga de 24h. para este 8M porque «cada vez es más urgente situar la igualdad, la coeducación y la eliminación de violencias en el centro del debate educativo».
Centrando la atención en el alumnado de institutos y universidades, este está llamado a una huelga y también a diferentes movilizaciones y protestas estudiantiles con la idea de que «vuelva a ser una jornada histórica», según Ana García, secretaria general del Sindicato de Estudiantes. Estos actos arrancarán la misma mañana del 8 de marzo y tendrán lugar por toda la geografía española. Igualmente, y ya por la tarde, el movimiento estudiantil podrá unirse a las manifestaciones convocadas por el movimiento feminista. A pesar de que estas son las formas más visibles que tiene el alumnado de sumarse a esta jornada de reivindicació, también pueden, por ejemplo, realizar debates sobre la situación de las mujeres en el ámbito educativo o informar sobre la huelga en su instituto o universidad. En todo caso, y tal y como recuerda el Sindicato de Estudiantes, el Tribunal Supremo, mediante sentencia de diciembre de 2014, avala el derecho a huelga de los alumnos y alumnas a partir de 3º de la ESO sin el permiso paterno o materno.
Y si no se puede entender el sector de la educación sin el profesorado y sin el alumnado, tampoco puede hacerse sin el colectivo de los padres y madres de las y los estudiantes, en concreto en el seno de la enseñanza no universitaria. En este sentido, la Confederación Española de Asociaciones de Madres y Padres del Alumnado (CEAPA) respalda la huelga feminista argumentando, entre otras cuestiones, que una «educación en igualdad, que destierre estereotipos machistas de los libros de texto y las aulas necesita los recursos necesarios para ello y también una coordinación estrecha entre los diferentes agentes educativos».
Una vez mencionados los motivos y los agentes involucrados en la huelga del 8M en el ámbito de la enseñanza, ¿qué ocurre con los hombres vinculados a la educación, tanto trabajadores como alumnos? Legalmente, y desde los sindicatos, ellos también están convocados a la huelga este 8M. Sin embargo, el movimiento feminista pretende hacer ver a la sociedad qué sucede si las mujeres paran de hacer, aunque sea por un día, aquellas actividades que realizan todos los días. Ante esta situación, es evidente, pues, que los hombres, bien a nivel individual o bien a nivel colectivo, tendrán que reflexionar sobre su participación o no en la próxima jornada del 8M. En el caso de que decidan apoyar las reivindicaciones feministas, también deberán considerar otras formas de participación, entre ellas, hacerse cargo de los cuidados.
EL SISTEMA EDUCATIVO Y LA COEDUCACIÓN
Se trata de una disyuntiva que está ahí, que ya tuvo lugar el año pasado, que volverá a tener lugar en 2019 y que se da en todas las profesiones, por ejemplo, también en la periodística. En el caso específico de la educación, puede ser ilustrativo la experiencia de Tomás, profesor universitario de Psicología: «El año pasado fui a dar clase, no hice huelga, y trabajé temas de igualdad con los alumnos que fueron, porque alumnas no fue ninguna».
Este último ejemplo particular de 2018 conecta directamente con la relevancia del sistema educativo en todos los órdenes. Por un lado, efectivamente en el ámbito educativo se reproducen todas las desigualdades, también de género, existentes en la sociedad, pero, por otro lado y al mismo tiempo, puede llegar a ser el principal motor de cambio que haga que la sociedad sea más justa e igualitaria. Para Subirats, la clave de este cambio está en la coeducación, es decir, en la educación en igualdad.
Para más información, consulte los siguientes enlaces:
- [Campaña 8M] 8M: nuestro, internacional y reivindicativo
- [Campaña 8M] 8M: La visibilización del trabajo de cuidados
- [Campaña 8M] 8M: Huelga laboral. Cómo puedo hacerla
- Comisión 8M de Madrid: Hacia la huelga feminista 2019. Argumentario
- Díptico hacia la huelga feminista 2019
- Infome de la UNESCO sobre la desigualdad de género en las STEM
- UNESCO: educación e igualdad de género
- Panorama de la Educación. Indicadores de la OCDE 2018. Informe español
- La coeducación hoy: los objetivos pendientes (por Marina Subirats)