Por Sandra R. Pintor – Equipo de voluntariado del Observatorio de Violencia
La IV Conferencia Mundial de la Mujer organizada por la ONU y celebrada en Beijing en 1995 constituyó un hito en la política internacional en materia de derechos de las mujeres. Pese a su naturaleza intergubernamental, también se propuso recoger las aportaciones y las propuestas de la sociedad civil. Todo ello con el fin de diseñar la estrategia y medidas para el empoderamiento de las mujeres, a través de la Declaración y la Plataforma de Acción de Beijing, a las que se comprometieron 189 países.
En este sentido, entre los objetivos del programa del Congreso Internacional «Beijing+25: logros, carencias y desafíos de la Unión Europea», celebrado en Madrid el 28 de septiembre de 2019, se encontraban tanto el «diálogo entre las instituciones responsables y la sociedad civil, en especial las organizaciones feministas y de cooperación internacional interesadas, para fortalecer su implicación en el proceso Beijing+25 en España, la Unión Europea, la UNECE y a nivel mundial», como «contribuir con un debate público a la participación de la sociedad».
MESAS DE DEBATE: PROPUESTAS DE LA SOCIEDAD CIVIL
Si bien por la mañana el acto tuvo un carácter más institucional, la sesión de la tarde se centró en las propuestas de las plataformas, federaciones, asociaciones y ONG feministas articuladas a través de dos mesas de debate. Se abordaron diferentes temas relacionados con la igualdad de género, como por ejemplo, la Plataforma CEDAW Sombra España. Así, por ejemplo, se debatió sobre la feminización de la pobreza, la discriminación de las mujeres en el ámbito laboral y el peso del trabajo no remunerado en la economía, las consecuencias de la falta de corresponsabilidad, la necesidad de erradicar las violencias machistas -también en términos de derechos sexuales y reproductivos-, la participación de las mujeres en el ámbito y espacio público, su importancia en los procesos de paz, y la vinculación entre feminismo y conservación del medio ambiente.
Entre otras, Ada Santana Aguilera, moderadora de la primera mesa y presidenta de la Federación de Mujeres Jóvenes, incidió en la importancia del diálogo intergeneracional, pero no como un reto de futuro sino de presente, en el que se dé voz y espacio a la participación de la juventud en la sociedad civil. Por su parte, Judith Carreras (OIT España) destacó la importancia de encontrar variables objetivables para medir la discriminación y la desigualdad de género, en su caso, en el ámbito del mercado de trabajo y la economía. Asimismo, Laura Laguna, de Fridays for Future -un movimiento liderado por jóvenes que incide en la emergencia climática- cerraba las mesas abogando por la necesidad de combinar el ecologismo y el feminismo como la clave de la sostenibilidad del planeta y las sociedades que habitan en él, poniendo la vida en el centro como objetivo último de ambos movimientos.
LA IMPORTANCIA DEL DIÁLOGO ENTRE INSTITUCIONES Y SOCIEDAD CIVIL
Durante toda la jornada quedó de manifiesto la necesidad de una colaboración estrecha entre las instituciones nacionales e internacionales y las organizaciones que conforman la sociedad civil, para el éxito del proceso Beijing+25. En este sentido, las representantes de las instituciones presentes animaron a las entidades asistentes a sumarse a los diferentes mecanismos de participación de cara a 2020, y de involucrar a la sociedad. Por ejemplo, Caterina Bolognese, jefa de la División de Igualdad de Género del Consejo de Europa, presentó una de las iniciativas de la organización para acercar el Convenio de Estambul y la nueva definición de sexismo a todos los públicos con su web dedicada a concienciar sobre el sexismo. Al mismo tiempo, las organizaciones de la sociedad civil también reclamaron una mayor participación en todo ese proceso, más información y transparencia, así como la creación de canales de participación más inclusivos y transversales.
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