La Mutilación Genital Femenina (MGF) es una problemática mundial que se calcula que afecta a aproximadamente 4 millones de niñas y mujeres al año, comprendidas, sobre todo, entre la edad de lactancia y los 14 años de edad.
Esta se define, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) como «todos los procedimientos que, de forma intencional y por motivos no médicos, alteran o lesionan los órganos genitales femeninos«. Con el objetivo de visibilizarla, concienciar sobre la misma y aumentar los esfuerzos internacionales para luchar contra esta práctica, el pasado 6 de febrero se conmemoró el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina.
Los cuatro tipos principales en los que se clasifica son:
- Tipo 1: amputación parcial o total del glande del clítoris y/o del prepucio/capuchón del clítoris, que suponen las partes más sensibles de los genitales femeninos.
- Tipo 2: resección parcial o total del glande del clítoris y los labios menores (en el interior de la vulva), con o sin escisión de los labios mayores (parte exterior de la vulva).
- Tipo 3: estrechamiento de la abertura vaginal, que se sella cortando y recolocando los labios menores o mayores, a veces cosiéndolos, con o sin resección del capuchón y el glande del clítoris.
- Tipo 4: todos los demás procedimientos lesivos de los genitales femeninos con fines no médicos (la punción, perforación, incisión, raspado o cauterización de la zona genital).
Se trata de una práctica con un fuerte contenido y significado sociocultural que se lleva a cabo, sobre todo, en países del continente africano y algunas zonas de Sudamérica.
Pese a que en los últimos años se ha logrado reducir hasta en tres veces el riesgo que corren niñas y mujeres de sufrir MGF, este progreso se está viendo en peligro a causa de la pandemia por el COVID-19. Debido al cierre de escuelas, los confinamientos y la interrupción de los servicios de protección tanto a las víctimas como a las potenciales víctimas, este riesgo ha vuelto a crecer, llegando a suponer según la ONU, un 33% el retroceso dentro de la lucha por eliminar esta práctica. Se calcula así, que para 2030, pueda haber 2 millones de víctimas adicionales.
El origen de esta práctica es, en muchos casos, una convención social por la que se asegura el matrimonio de las niñas de una familia, al igual que el honor de la misma. Por ello, y debido a la crisis económica derivada de la pandemia, el aumento de la MGF es una respuesta directa de los estragos y grandes desigualdades socioeconómicas que esta conlleva.
Nankali Maksud, asesora superior de UNICEF en materia de prevención de prácticas nocivas declara que “estamos perdiendo terreno en la lucha para poner fin a la mutilación genital femenina, y este revés tiene consecuencias devastadoras para millones de niñas en aquellas zonas donde la práctica está muy extendida”. Asimismo, alerta de que “las niñas que carecen de acceso a servicios vitales, escuelas y redes comunitarias corren un riesgo considerablemente mayor de ser víctimas de la mutilación genital femenina, lo que pone en peligro su salud, su educación y su futuro. En el Día Internacional de la Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina, y al cumplirse el segundo año de la pandemia, debemos renovar nuestro compromiso mediante una acción concertada y adecuadamente financiada para recuperar el terreno perdido y acabar con esta práctica en todos los países”.
UNICEF expone que son necesarios cerca de 2.400 millones de dólares para poder acabar con esta práctica en los 31 países que denomina como altamente prioritarios para llevar a cabo acciones que remen en esta dirección, como las siguientes:
- Invertir en educación para empoderar a las niñas y mujeres, además de crear y promocionar servicios adaptados a víctimas y víctimas potenciales.
- Crear asociaciones dedicadas a concienciar y visibilizar la MGF, al igual que apoyar a quienes la hayan sufrido.
- Formular y aplicar leyes nacionales en contra de esta práctica que protejan a niñas y mujeres ante la misma.
Tal y como defiende esta organización, aún estamos a tiempo de frenar el retroceso. Para ello es esencial garantizar el acceso de las niñas y mujeres a la educación y su consecuente empoderamiento, al igual que a la atención sanitaria de calidad y al empleo, acelerando así la eliminación de la Mutilación Genital Femenina.
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