La violencia obstétrica en España

La violencia obstétrica es un tipo específico de violencia que experimentan las mujeres, y para la cual no hay una definición consensuada. Por ejemplo, la OMS hace referencia a “maltrato físico, humillación y abuso verbal, procedimientos médicos coercitivos o no consentidos, no obtener un consentimiento informado, negativa a administrar medicamentos para el dolor, descuido de la atención o violaciones graves de la intimidad”. Por su parte, el Observatorio de Violencia Obstétrica de España la define como “el desconocimiento de las necesidades emocionales de la madre y del bebé en cualquier momento del embarazo, del parto y del puerperio inmediato, así como de la autoridad y autonomía que la mujer tiene sobre su sexualidad, su cuerpo y sus bebés y las posturas, ritmos y tiempos que requiere el parto para desarrollarse con normalidad”.

El Comité de Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW), exhortó a España a indemnizar a una madre en 2020 por la violencia que había sufrido durante el paro. Asimismo, la ONU instó al país a mejorar el sistema sanitario en relación a la atención a la maternidad, como una cuestión de derechos humanos.

Los datos disponibles reflejan que casi un 40% de mujeres identifica haber sufrido este tipo de violencia, aunque se sospecha que ese porcentaje es todavía mayor. Un 44,4% considera que fue sometida a procedimientos innecesarios o dolorosos y, de estas, un 83,4% no había aceptado mediante un consentimiento informado. De hecho, algunos estudios muestras que este consentimiento apenas se practica.

Desirée Mena Tudela, investigadora del departamento de Enfermería de la Universidad Jaume I, indica que el origen de la violencia obstétrica es multifactorial: “En primer lugar, posee un carácter estructural. Es decir, se encuentra incrustada en nuestra organización política, económica y sanitaria. Partiendo desde aquí, se prevé un arduo trabajo para combatirla”. Además, hace hincapié en que “Es importante formar a los futuros profesionales en esta visión crítica con la violencia obstétrica y desterrar la normalización que actualmente existe entorno a ciertas intervenciones obstétricas obsoletas, como la maniobra kristeller, episiotomía de rutina, separación de la madre y el bebé, etc.”.

La violencia obstétrica durante la pandemia por COVID19

La gestión de la pandemia también influyó en la atención al embarazo y al parto, especialmente en los primeros meses donde la incertidumbre y el desconocimiento eran mayores. María Teulón González, jefa de Servicio de Ginecología y Obstetricia en el Hospital Universitario de Fuenlabrada alude a que, una vez se fue conociendo más sobre el virus y la enfermedad, se volvió a permitir el acceso a las parejas durante el parto, procurando interferir lo menos posible en la vivencia del mismo.

Abordaje de la problemática

Teulón hace referencia a que es vital que, para poder encontrar una solución, los y las profesionales en Ginecología asuman esta realidad como un problema, y continúen hallando formas de humanizar la atención.

De igual forma, Mena insiste en al importancia de haberle puesto nombre a esta problemática, como uno de los avances en la materia. Un momento clave en este sentido, radicó en la presentación ante la Asamblea General de la ONU del informe con un enfoque basado en los derechos humanos del maltrato y la violencia contra la mujer en los servicios de salud reproductiva, con especial hincapié en la atención del parto y la violencia obstétrica, que realizó a relatora especial Dubravka Šimonović. La investigadora sitúa otros dos momentos claves en el informe del CEDAW sobre España, y en “la vía que ha permitido iniciar estudios de investigación sobre violencia obstétrica en España”.

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