La importancia de este artículo reside en conocer el impacto de la violencia psicológica en la violencia de género. Esta suele estar presente la mayoría de las veces en las relaciones de maltrato, por lo que su identificación y prevención resulta imprescindible.
Con violencia psicológica hacemos referencia a toda agresión realizada sin la intervención del contacto físico ocasionando daños a nivel psicológico y emocional en las víctimas de dicha agresión.
Desde un punto de vista psicológico, esta violencia puede ser intencionada o no intencionada. Es decir, el agresor puede tener conciencia de que está haciendo daño a su víctima o no tenerla. Sin embargo, tiene que existir la intención del agresor de dañar a su víctima desde un punto de vista jurídico.
La violencia psicológica no actúa como la violencia física. La violencia física produce un traumatismo, una lesión u otro daño de forma inmediata, por otro lado, la violencia psicológica es un daño que se va acentuando y consolidando en el tiempo. Cuanto más tiempo persista, mayor y más sólido será el daño.
Dentro de los tipos de violencia psicológica, podemos encontrar:
El maltrato psicológico:
- Pasivo: descrito como la falta de atención hacia la víctima cuando ésta depende del agresor. El abandono emocional, se describe como una forma importante de maltrato pasivo, las quejas, llanos, peticiones, palabras de la víctima no reciben ningún tipo de atención ni consideración.
- El maltrato activo es un trato degradante continuado que ataca a la dignidad de la persona (insultos, burlas, vejaciones…). Los malos tratos emocionales son los más difíciles de detectar, porque la víctima muchas veces no llega a tomar conciencia de que lo es, o aunque tome conciencia de dicho problema, no se atreve o no puede defenderse y no llega a comunicar su situación o a pedir ayuda.
El acoso psicológico:
Es una forma de violencia que ejerce una persona con el objetivo de derrumbar y destruir moralmente a la víctima, por ejemplo, perseguirla con críticas, amenazarla, lanzar injurias sobre su persona… de forma que socaven su seguridad y su autoestima. Muchas veces, la víctima no tiene conciencia de lo que está ocurriendo ni es capaz de verbalizarlo. Una de las estrategias del acosador es hacer que la víctima se crea culpable de la situación y, por supuesto, que así lo crean los posibles testigos.
Como primera condición para poder hablar de acoso, tiene que haber un continuo y una estrategia de violencia psicológica encaminados a lograr que la víctima caiga en un estado de desesperación, malestar, desorientación y depresión, para que abandone el ejercicio de un derecho. Esto a menudo se acompaña de la colaboración del resto del grupo o su posición como testigos silenciosos, sin reclamar la injusticia que están presenciando por, por ejemplo, miedo a represalias, entre otros motivos.
El acoso psicológico tiene dos formas según la relación víctima-verdugo:
- Acoso vertical. El acosador se halla en una posición de poder superior a la de su víctima, ya se trate de poder social, económico, laboral…
- Acoso horizontal. El acosador se halla en la misma posición de poder que su víctima y se trata de un acoso entre iguales. Es una situación en que el acosador se vale de su fuerza física o moral para hostigar a otra persona de su mismo nivel jerárquico o social.
La manipulación mental:
"Esta forma de violencia se produce cuando un individuo o grupo de individuos ejercen una toma de control del comportamiento de una persona o de un grupo, empleando para ello técnicas de persuasión o sugestión mental, en busca de eliminar capacidades críticas o de autocrítica de la persona."
Un ejemplo de manipulación mental es el chantaje afectivo. Las tácticas de manipulación incluyen amenazas y críticas, que generan miedo, la culpa o vergüenza encaminados a movilizar a la víctima en la dirección que desea el manipulador.
La agresión insospechada
«La agresión insospechada es la que muchos agresores ejercen disfrazándola de protección, de atención, de buenas intenciones y de buenos deseos.«
Los agresores rodean a sus víctimas de mimos y cuidados, pero sin permitirles desarrollarse como personas autónomas ni ejercer su libertad, de esa forma la persona protegida no se independiza nunca emocionalmente, económicamente, o en cualquier otro aspecto.
Como se puede ver, la violencia psicológica tiene muchas formas de presentarse. Retomando la primera idea presentada en el artículo, su identificación resulta primordial, se trata de una violencia que va haciendo mella en la víctima poco a poco, que no suele ser detectada ni por la víctima ni por el entorno, y que no suele ser señalada en el ámbito legal. A veces resulta sutil y difícil de identificar, pero sus consecuencias a nivel psicológico y emocional son devastadoras para la víctima.
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