Las niñas sí quieren ser científicas

Por Ruth Prada Yáñez – Equipo de voluntariado del Observatorio de Violencia

El número de mujeres que realiza estudios universitarios en nuestro país ha aumentado durante los últimos años y en la actualidad constituyen más del 50% de las personas que se licencian. Sin embargo, su presencia en carreras científicas, como física o matemáticas, sigue siendo sensiblemente menor al número de hombres que realizan esos estudios. Aunque según diversos estudios no existen diferencias en las habilidades matemáticas entre los niños y las niñas a edad temprana, cuando llegan a la adolescencia las chicas muestran menos interés y más ansiedad hacia las ciencias y las matemáticas.

¿Por qué?

De acuerdo con distintos estudios y con lo que demuestran algunos experimentos que vamos a mencionar, existe un sesgo contra las mujeres a la hora de evaluarlas: para el mismo grado de méritos, la mujer es considerada menos competente. Los sesgos van apareciendo en las distintas etapas de la vida y van afectando a las decisiones que van tomando las chicas. Además, las chicas están influidas por los estereotipos. Un estudio publicado en la revista ‘Science’ muestra una situación muy preocupante: las niñas empiezan a percibirse a sí mismas como menos brillantes que los niños a una edad tan temprana como los seis años. Ello se debe a problemas estructurales y complejos de la sociedad. Por ejemplo, el sexismo en los juguetes, que se dirigen a los varones cuando están relacionados con la ciencia o la técnica, empieza a dejar su poso desde muy pronto. Los estereotipos también se alimentan por la falta de visibilidad de las mujeres en la ciencia, lo que hace que las niñas no tengan roles femeninos en los que reflejarse.

Los estereotipos

En 2009 se realizó un experimento en Francia entre 199 niños y niñas de 11 a 13 años que consistió en darles un dibujo complicado de formas geométricas y pedirles que lo dibujaran de memoria. A la mitad del alumnado le dijeron que era un test de geometría y a la otra mitad, que era de dibujo. Los resultados de las niñas fueron notablemente peores cuando pensaban que estaban haciendo un test de geometría que cuando creían que era de dibujo, mientras que los resultados de los niños fueron iguales en ambos casos. Aunque las niñas negaran que hubiera un estereotipo negativo en cuanto a las habilidades de las mujeres, se valoraban peor a sí mismas.

El sesgo al evaluar a las chicas

Un estudio realizado en Israel comparó las calificaciones de miles de exámenes de estudiantes cuando eran evaluados por los profesores que los conocían o si se hacían evaluaciones ciegas. Se constató que las niñas de primaria recibían mejores calificaciones cuando la evaluación era ciega y eran peor valoradas cuando eran evaluadas por sus propios profesores. Al hacer un seguimiento de estos estudiantes se llegó a la conclusión de que las niñas, que habían sido peor valoradas por sus profesores, iban perdiendo el interés por la ciencia.

En el año 2012 se publicó un artículo en el Proceedings of the National Academy of Sciences de Estados Unidos con el siguiente experimento: se envió el mismo curriculum a 127 miembros de facultades de biología, química y física para cubrir un puesto de jefe de laboratorio. El CV era igual en todos los casos, pero en la mitad de las copias enviadas pusieron un nombre de hombre y en la otra mitad, un nombre de mujer. El resultado fue que en los que aparecía el nombre de Jennifer fueron peor evaluados que los que llevaban el nombre de John y además a ‘ellas’ les ofrecieron sueldos sensiblemente menores. Este sesgo a la hora de evaluar los CV no estaba relacionado con el género de la persona evaluadora, de su edad o su categoría profesional, por lo que se concluyó que el sesgo es inconsciente.

La falta de visibilidad

Las mujeres científicas aparecen menos representadas en los libros de texto y en los medios de comunicación. En una tesis doctoral que se presentó en la Universidad de Valencia se analizó la presencia femenina en 109 libros de texto de la ESO y solo 1 de cada 8 personajes de los que aparecen son mujeres. Y cuando se trata de temas relacionados con la ciencia, solo en 1 de cada 20 ocasiones el personaje es femenino.

Según otro estudio publicado en la revista Science Communication que analizó 1134 fotografías aparecidas en los cuatro periódicos nacionales de más difusión, solo un 17,1% del total mostraban mujeres, mientras que su presencia real en la comunidad científica se aproxima al 40%.

En resumen, si a edad temprana los niños y las niñas muestran las mismas habilidades hacia las matemáticas, la escasa presencia de mujeres en profesiones científicas está relacionada con los problemas estructurales relacionados con los estereotipos de género que siguen incrustados en nuestra sociedad. Eso hace que las niñas pierdan muy pronto la autoestima y empiecen a considerarse menos brillantes que sus compañeros. Y durante su desarrollo y acceso al mundo laboral, sufrirán el sesgo inconsciente de sus evaluadores, que las valorarán menos que a sus compañeros varones aunque tengan iguales o superiores capacidades. Es necesaria más visibilidad tanto en los libros de texto como en los medios de comunicación para que ellas tengan roles en los que reflejarse y la sociedad asuma que las niñas tienen las mismas capacidades para desarrollar carreras científicas.

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