Por Ana Carrión Jiménez – Equipo de voluntariado del Observatorio de Violencia
La aprobación del Pacto de Estado contra la Violencia Machista, documento aprobado por el Congreso el pasado 28 de septiembre de 2017 daba dos meses al Gobierno para acordar un plan para su puesta en marcha. Este hecho que inspiraba a terminar con la violencia machista en 2017 se difumina frente a las protestas sociales y movilizaciones de organizaciones feministas. De las 213 medidas previstas en el documento, sólo se ha anunciado la creación del Observatorio de Igualdad. Desde entonces los feminicidios han seguido su curso, como si nada hubiera pasado.
Terminando el año 2017, el Gobierno se reunió con las comunidades autónomas para acordar las primeras 26 medidas, de las 213 contenidas en el acuerdo, a aplicar, para las que aún no existe presupuesto. Su financiación estuvo pendiente de una ampliación extraordinaria por parte del Gobierno, debido a la prórroga de los presupuestos de 2017. Ha sido recientemente cuando el Gobierno arranca con el compromiso de una dotación de 200 millones de euros.
Durante 2017 las cifras oficiales del Gobierno afirman que fueron 49 las mujeres asesinadas, mientras otros cuatro casos siguen bajo investigación para determinar si son atribuibles o no a este tipo de violencia. Otras fuentes no oficiales elevan las cifras a 98 mujeres y menores asesinados, contando con los feminicidios no íntimos y los no oficiales. Estos son los resultados de un Pacto de Estado que no se ha tomado como urgente ni ha comenzado a ser eficaz. El abandono por parte del gobierno y partidos políticos, ponen en tela de juicio la verdadera voluntad de acabar con la violencia machista.
Aun con la poca voluntad del poder del estado cerramos el año 2017 con algunas buenas noticias, las protestas sociales se han convertido en la clave para la eliminación de la violencia machista. Con ejemplos como la campaña #meetoo, las movilizaciones por el caso de Juana Rivas o por la sentencia del juicio de San Fermines de “La manada”. Podemos concluir que en 2017 muchas mujeres y algunos hombres se han unido al feminismo rompiendo el silencio ante la desigualdad y sobre todo actuando ante los niveles de violencia, de todo tipo, que soportan las mujeres. Pero para no caer en la trampa de “la igualdad ha llegado” se hace necesaria una mirada crítica y feminista con la que seguir identificando esa casi invisible nueva misoginia y no dar por buenos conceptos que en realidad restan en la defensa de la mujer.
Esperemos que el 2018 sea clave para erradicar la violencia de género y se haga realidad el Pacto de Estado contra la violencia machista.