Pornografía: acceso más temprano y a contenidos cada vez más machistas

Fuente: Jóvenes e Inclusión

Por Sandra R. Pintor – Equipo de voluntariado del Observatorio de Violencia


Según el estudio Nueva pornografía y cambios en las relaciones interpersonales (mayo 2019), «La nueva pornografía, distribuida por Internet, tiene un impacto cada vez más relevante en las relaciones interpersonales de adolescentes y jóvenes». El estudio pretende encontrar un patrón del impacto del consumo de pornografía en jóvenes y adolescentes, chicos y chicas, en su sexualidad y relaciones interpersonales. Entre los descubrimientos más llamativos del mismo destaca, por un lado, que el acceso a la «nueva pornografía» se adelanta a los 8 años y, por otro, que acceden a contenido cada vez más machista y misógino.

Esta investigación, impulsada y promovida por la red de entidades no lucrativas Jóvenes e Inclusión y apoyada por Carmen Orte Socias y Lluís Ballester Brage, del Grupo de Investigación de Familia de la Universidad de Illes Balears, se llevó a cabo durante el año 2018. Para el mismo, se encuestó a 2.457 jóvenes españoles, entre 16 y 29 años, hombres y mujeres, de 7 Comunidades Autónomas y con diferentes perfiles en función de la orientación sexual e identidad de género, nivel de estudios, etc.

La «nueva pornografía»

El estudio entiende como «nueva pornografía» aquella que se distribuye por Internet y que ya no se caracteriza por la dificultad de acceso, sino que se basa, entre otros, en filmaciones de alta calidad de imagen, mayoritariamente gratuitas. No obstante, al estar vinculada a empresas, este tipo de pornografía persigue, en última instancia, potenciar el pago de dichos contenidos, e incluso, incitar al consumo de prostitución cuya oferta también se encuentra en Internet.

Al mismo tiempo, señala la interacción de la pornografía con dos fenómenos: «el capitalismo que penetra en nuestras vidas privadas» y «se relaciona con […] la miseria sexual que impone el patriarcado: mientras no se pueda desarrollar una sexualidad libre e igualitaria, la pornografía seguirá ganando terreno en la experiencia de la sexualidad» (p. 13).

Principales conclusiones del estudio:

  • Se adelanta a los 8 años el consumo de pornografía (edad mínima), aunque se generaliza en torno a los 14 años, gracias a la familiaridad de jóvenes y adolescentes con el uso de pantallas e Internet.
  • Se confirma que el consumo de la nueva pornografía es mayor en hombres que en mujeres, también en términos de tiempo. No obstante, señala que el público femenino se ha convertido en un nuevo nicho para el mercado de la denominada «industria del sexo».
  • Existen diferencias de género, ya que tiene mayor impacto en los hombres que en las mujeres, tanto en la frecuencia de uso y efectos buscados (masturbación), como en las consecuencias en las relaciones interpersonales.
  • Con la pornografía se refuerzan los roles de género, en los que, a pesar de la presencia de mujeres diferentes (en términos de raza, edad, físico, etc.), persiste su cosificación, a quienes, además, se utilizan básicamente como un medio para que los hombres encuentren placer.
  • Por último, el consumo de prostitución también incrementa la exposición de las mujeres a prácticas sexuales «no normativas» o «de riesgo», que incluyen desde sexo sin protección hasta violencia explícita (como estrangulamiento) o sexo en grupo con diversos hombres y/o diversas mujeres simulando una violación. Al mismo tiempo, la pornografía fomenta la prostitución como un medio para «dar salida a conductas impracticables consensuadamente con las parejas» (p. 18).

Cómo afrontar este reto

El Manifiesto de la huelga del 8M de 2019 incidía, entre otros muchos puntos, en la necesidad de que la educación afectivo-sexual se incluyera de manera integral en el currículo escolar, de manera que eliminara estereotipos sexistas, racistas y LGTBIfóbicos. El reciente estudio sustenta esta necesidad, en especial, porque «las experiencias de los adolescentes y jóvenes se ven influidas por la nueva pornografía de manera negativa; por lo que son imprevisibles las consecuencias a medio y largo plazo» (p. 65).

Pero el estudio Nueva pornografía y cambios en las relaciones interpersonales (2019) va un paso más allá en sus conclusiones e identifica seis políticas de actuación, en las que se pueden llevar a cabo multitud de acciones relevantes:

  1. Investigación: además de mejorar las investigaciones sobre tendencias, se recomienda realizar una profunda investigación cualitativa sobre los y las jóvenes.
  2. Educación afectivo-sexual: desarrollar la capacidad de análisis crítico entre jóvenes y adolescentes con respecto a la pornografía y evaluar la eficacia de los programas en curso.
  3. Trabajar con las familias: no se trata solo de abordar la temática con jóvenes y adolescentes, sino también con los agentes socializadores que les rodean, especialmente sus familias y centros educativos, para que, desde edades tempranas, se lleven acciones de educación afectivo-sexual desde todos los ámbitos.
  4. Relaciones interpersonales: llevar a cabo actividades de reflexión y concienciación del papel de la pornografía en sus vidas y sus relaciones, incluso desde el ocio y tiempo libre.
  5. Empoderamiento social y servicios de apoyo: dado que el consumo de pornografía incide negativamente en las relaciones interpersonales, hay que generar conciencia crítica en la sociedad en general y no tratarlo como un tema tabú.
  6. Control legal: «hay un núcleo de la oferta pornográfica especialmente preocupante» (p. 79), por lo que hay que investigar el acceso legal de menores a la pornografía y reducir el acceso especialmente a prácticas de violencia y de riesgo.

Se trata, sin duda, de una tarea a corto, medio y largo plazo que nos atañe a todos y a todas.

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