Lucha contra la Mutilación Genital Femenina
Yo tenía cinco años. Estaba entusiasmada porque iba a pasar a otra categoría. Ese día me desperté muy temprano y fui a buscar a la mujer que iba a hacerme la infibulación. Me enviaron a comprar una cuchilla de afeitar y una aguja. Estábamos en la cocina. Habían hecho un agujero para que cayera la sangre. Me pusieron en un colchón. Mi abuela me sujetó por detrás y me abrió las piernas. La mujer se puso frente a mí y empezó a cortar. Grité. Como era una vergüenza que gritara la mujer ahogó mis gritos metiéndome un trapo en la boca. Me cosió con la aguja —a veces utilizan espino— y me puso “matmal” sobre la herida para que cicatrizara. Me ataron para mantenerme inmóvil desde la cintura hasta los pies. Yo tuve problemas, sangré, y tuve que estar así un mes. Asha Ismail (Entrevista publicada en La Vanguardia en 17 septiembre 1997).