Por Vanesa Encinas Gutiérrez – Equipo de voluntariado del Observatorio de Violencia
La violencia sexual sigue invisibilizada aunque en los últimos años se está rompiendo el silencio. En 2018, países como India, Afganistán, Siria, Somalia, Arabia Saudi, Pakistan, República Democrática del Congo, Yemen, Nigeria, etc. están viviendo bajo conflicto armado, viéndose las mujeres y niñas afectadas por la violencia sexual a diario. Ban Ki Moon, representante de Naciones Unidas (ONU) desde 2007 hasta 2016, señaló que “la violencia sexual donde sea que ocurra es un delito infame, debe ser denunciada y afrontada con la determinación que merece”.
En 2008, el Consejo de Seguridad (Resolución 1820), condenó la violencia sexual como un impedimento para la consolidación de la paz. Asimismo, en 2015, la Asamblea general en la resolución A/RES/69/293 proclamó el 19 de junio (#19J), el Día Internacional para Eliminación de la Violencia Sexual en los Conflictos Armados.
Este año, el Informe del Secretario General sobre la violencia sexual relacionada con los conflictos S/2018/250, realiza unas recomendaciones para seguir sancionando y denunciando la violencia sexual en los conflictos armados, tales como abordar la trata de personas que existe en los conflictos, apoyar a los asesores que protegen a las mujeres para aplicar las resoluciones de violencia sexual en el conflicto y apoyen el gasto administrativo.
En el 2017, Antonio Gutierres, Secretario General de la ONU nombró a Jane Connors la Primera Defensora para los derechos de la Víctimas de Violencia Sexual, que construirá redes de apoyo entre las instituciones gubernamentales, organizaciones y sociedad civil nacional e internacional para priorizar y reconstruir la vida de las mujeres que han sufrido esta violencia.
Por último, es importante el avance formal que ha habido reconociendo la violencia sexual en los conflictos armados como un crimen internacional. La visibilización, las resoluciones por parte de la ONU están constituyendo un comienzo para el avance en la denuncia, las indemnizaciones y las ayudas a las víctimas. Sin embargo, los cambios en la sociedad tienen ritmos lentos.
COLOMBIA: UN PAÍS EN CONSTRUCCIÓN DE PAZ
Colombia ha sido un país muy afectado por el conflicto armado por más de 50 años. Actualmente, está trabajando por la construcción de la paz, desde que fue firmado el acuerdo de paz con las FARC. A 1 de noviembre 2018, en el Registro Único de Víctimas del conflicto armado, cerca de 24000 mujeres se han visto afectadas por la violencia sexual, hasta septiembre de este año han sido indemnizadas casi el 33% (la indemnización es una medida, hay otras de carácter emocional).
Asimismo, Colombia está visibilizando y luchando por los derechos de las víctimas que sufrieron agresión sexual, por ejemplo conmemora desde el 25 de mayo 2014 el Día Nacional por la Dignidad de las víctimas Violencia Sexual.
LA VIOLENCIA SEXUAL ES UN INSTRUMENTO PARA MANTENER LA GUERRA
Los conflictos armados, explican que las personas refugiadas tengan que desplazarse (como ocurrió en Colombia). Esto, ocurre hoy en la mayoría de los países en guerra, las mujeres y niñas se ven muy vulneradas en derechos, hay miedo a denunciar (en el caso de que sea posible hacerlo). La violencia sexual por conflicto armado no distingue edad ni religión.
La violencia sexual es una medida de coerción social, con el objetivo de atemorizar a la población, a través de las violaciones contra mujeres y niñas, destruir comunidades, entre otros muchos motivos.
“La violencia sexual contra las mujeres es un delito frecuente. Según las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) una mujer de cada cinco ha sido víctima de alguna forma de violencia sexual.” (Naciones Unidas y ayuda humanitaria)
María Villellas en su artículo “Cuando la violencia sexual es arma de guerra”, visibiliza como muchas mujeres afrontan y participan en proceso, es decir, muchas víctimas de violencia sexual en conflicto armado han podido transitar a una posición de superviviente para actuar de sujeto político y poder comenzar a transformar y participar en los procesos colectivos que constituyan la Paz.
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