Por Mar Suero Reina – Equipo de voluntariado del Observatorio de Violencia
En 2015, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia para “lograr el acceso y la participación plena y equitativa en la ciencia para las mujeres y las niñas, así como lograr la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las niñas en esta materia”.
Sin embargo, la realidad es que las trayectorias educativas de hombres y mujeres son diferentes y algunas profesiones y materias siguen asociadas a los estereotipos tradicionales que construyen las identidades masculinas y femeninas. Esto se puede observar claramente en la escasa presencia de mujeres en los estudios de ingeniería y de hombres en las profesiones relacionadas con la educación y las ciencias de la salud.
Por ello, no podemos evitar resumir aquí algunos detalles del sesgo de género en la ciencia que colaboran en el mantenimiento de esta situación de desigualdad:
- Los hombres evalúan menos favorablemente que las mujeres el contenido de un resumen de una investigación que demuestra el sesgo de género en ciencia y tecnología, según el estudio de Ian Handley y sus colegas (2015).
- Las revistas científicas invitan a menos mujeres que hombres para evaluar los artículos que les llegan para su publicación, según las investigaciones de 2017 de Jory Lerback y Brooks Hanson (Unión Geofísica Americana) y de Markus Helmer (Frontier).
- Según un estudio de Molly King y sus colaboradores (2017) los científicos se autocitan un 56% más que las científicas, lo que supone una mayor visibilización de su trabajo.
- En los congresos también escasean las científicas invitadas a dar conferencias en las sesiones (Robyn Kleyn y colaboradoras, 2018) y son ellos los que más preguntan en las sesiones y conferencias de un congreso: por cada pregunta de una investigadora, los científicos hacían 1,8 preguntas, siendo la presencia de las mujeres en el congreso de un 57%.
- No puede faltar en esta lista los escasísimos premios concedidos a mujeres investigadoras. En diez de las catorce sociedades revisadas por Julie Silver y sus colegas (2018) no hay ninguna científica premiada en los 72 años que han examinado (1945-2017).
Pero, ¿a qué se deben estas barreras que siguen encontrando hoy las mujeres que quieren dedicarse a la ciencia?
Por un lado, como comentábamos anteriormente, tenemos el eterno problema de los estereotipos de género, los cuales arrastramos desde nuestra más tierna infancia. Mientras que a nosotras nos enseñan a escuchar, empatizar y cuidar de los demás, a los chicos a menudo se les inculca el ser valientes, prácticos, útiles. Así lo demuestra un estudio reciente de la revista Science, en el que se concluye que las niñas empiezan a asociar inteligencia y brillantez con masculinidad a partir de los 6 años. Del mismo modo, la falta de referentes femeninas en la investigación va minando la confianza de las niñas, que no encuentran modelos en los que reflejarse.
Por otro lado, no podemos dejar de mencionar el techo de cristal, ya que una de las razones más comunes de desigualdad de género en el ámbito científico es que las investigadoras que quieren ser madres suelen verse obligadas a detener su carrera, siendo muy difícil recuperar después el tiempo invertido en la maternidad.
En los últimos 15 años, la comunidad internacional ha hecho un gran esfuerzo inspirando y promoviendo la participación de las mujeres y las niñas en la ciencia. Sin embargo, aun nos queda mucho camino por recorrer.
Con motivo del día internacional de la mujer y la niña en la ciencia, este año se celebra la tercera edición de la iniciativa #11F, en la que más de 900 personas de la comunidad científica, en su mayoría mujeres investigadoras, impartirán unas 1900 charlas y talleres que llegarán a más de 100.000 estudiantes en 800 centros educativos de nuestro país. Podéis consultar la agenda de actividades de vuestra ciudad aquí.
“Velemos por que cada niña, en cualquier parte del mundo, tenga la oportunidad de alcanzar sus sueños, crecer con arreglo a su potencial y contribuir a un futuro sostenible para todos”. António Guterres, Secretario General de la ONU
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