En Irán, el movimiento #MeToo, que dio comienzo hace ya 3 años, ha cobrado fuera en las últimas semanas, principalmente a través de los testimonios compartidos en las redes sociales por parte de mujeres iraníes.
Hace dos semanas la experiodista Sara Omatali, decidió compartir públicamente a través de la red Twitter la agresión sexual que sufrió en Teherán hace 14 años, en 2006, cuando realizaba una entrevista a un pintor de Irán.
La experiodista tomó esta decisión con motivo de un testimonio que leyó en Instagram y que se compartió a mediados del mes de agosto. En esa historia una joven relataba “haber sido violada hace tres años durante una habitual velada de la juventud intelectual y artística de la capital”. Dicho testimonio iniciaría el movimiento de denuncia de las mujeres del país.
Una veintena de mujeres relataron haber sido agredidas por el mismo hombre, lo que propició la detención del mismo por parte de la policía iraní el pasado 25 de agosto. En este sentido, muchas de ellas ocultaban su identidad por seguridad y utilizaban el hashtag #tadjavoz (‘violación’ en persa). Hombres de diferentes sectores públicos fueron igualmente acusados por agresiones sexuales: cantantes, profesores, universitarios, actores, pintores, novelistas, etc.
La ley iraní respecto a las agresiones sexuales
Demostrar ser víctima de este delito ante los tribunales conlleva muchas complicaciones derivadas del código penal iraní:
- La agresión sexual debe ser confirmada por varios testigos presenciales
- Solo se considera que se ha producido tal delito “después de un cierto grado de penetración por parte del agresor”.
- El autor puede recibir condenas muy altas, como recibir 99 latigazos en caso de abuso o incluso la horca para delitos de violación. Este tipo de penas disuaden en muchas ocasiones a las víctimas, que pueden sentirse responsables de estas consecuencias para los agresores y experimentar sentimientos contradictorios como, por ejemplo, desear justicia pero sentir remordimientos de que un hombre sea ahorcado.
Consejos en las redes sociales
Este movimiento ha promovido que diferentes personas, sobre todo profesionales del derecho, ayuden a las víctimas que se han decidido a hablar tras años de silencio a través de consejos legales. Un ejemplo se encuentra en la declaración de «ser virgen» en el momento de la agresión, ya que en Irán las relaciones sexuales prematrimoniales se castigan con latigazos, y las víctimas corren el riesgo de que su denuncia les produzca consecuencias negativas a ellas mismas.
No obstante, Sara Omatali destcaca que, pese a la falta de educación afectivo-sexual del país, este movimiento ofrece la oportunidad de plantear el debate público al respecto.
“Este movimiento tendría que haber empezado mucho antes” “Pienso que el hecho de hablar de estos problemas, que se expongan públicamente, es muy positivo” Hana Jalali, contable de 25 años de Teherán
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