Por Esther Carpintero – Alumna en prácticas de Fundación Mujeres
Con motivo del 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, es necesario (re)conocer que los derechos de las mujeres son derechos humanos.
Mujeres por todo el mundo y a lo largo de su vida sufren vulneraciones en sus derechos humanos y, paralelamente, sufren discriminaciones y desigualdades por ser mujeres.
La violencia afecta a las mujeres de todos los países, independientemente de su contexto y condición (clase social, edad, casta, religión…), en todas las esferas de su vida (en el hogar, en el trabajo, en la calle…) o en tiempo de conflicto o crisis. Aquellas especialmente vulnerables a la violencia, son las que sufren diferentes tipos de discriminación, como las mujeres migrantes o con discapacidad. Las mujeres deben poder disfrutar y ejercer sus derechos con total libertad, sin que estos se vean limitados por normas o roles de género pertenecientes a la sociedad y cultura en la que viven. Por ello, según Naciones Unidas, las leyes, prácticas y acciones de cada Estado deben cumplir el principio de universalidad en derechos humanos, favoreciendo así la igualdad entre los géneros y la no discriminación.
Se define la Violencia contra las Mujeres como todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual, económico, ambiental o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada Así, hoy en día, la Violencia contra las Mujeres, Violencia de Género o machista, es considerada como un problema internacional de derechos humanos, reconociendo que constituye una grave violación de los derechos humanos. De importancia mundial, sigue siendo una amenaza para el desarrollo humano, la paz y la seguridad internacional.
En este sentido, los países deben estar comprometidos con la aplicación de medidas que modifiquen los valores y patrones socioculturales segregativos por género con la finalidad de alcanzar la eliminación de las violencias hacia las mujeres. Si se llevan a cabo medidas sin perspectiva de género y sin tener en cuenta las diferencias perpetuadas a nivel social y cultural entre géneros, se vulneran los derechos de las mujeres, manteniendo a estas subordinadas a los hombres y en una situación de discriminación. Son muchas las culturas que aún proponen prácticas, valores e ideas que ponen en riesgo los derechos de las mujeres, por ello es necesario que se aborde este problema de manera que se promuevan y mantengan los derechos humanos universales y, a su vez, se enriquezca la cultura y el derecho a la diversidad cultural.
En conclusión, la Violencia contra las Mujeres es un problema de todas las personas, ya que hasta que todas puedan disfrutar de una vida plena de derechos y en igualdad de condiciones, no se vivirá en una sociedad justa, libre e igualitaria. Según la ONU y Amnistía Internacional, aquellos países que implementan medidas y leyes con perspectiva de género y en derechos para las mujeres, y que llevan por objetivo alcanzar la igualdad, la equidad y la justicia social, favorecen directa e indirectamente al resto de la sociedad. Siendo esta la clave para el desarrollo sostenible, el crecimiento económico, la paz y la seguridad.
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Esta actividad forma parte de la campaña de activismo que se lleva a cabo con motivo del día 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, en el marco del «Programa para Educar en Igualdad y Prevenir la Violencia de Género. Hacia un voluntariado por el Buen Trato” de Fundación Mujeres, con la financiación del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 a través de las Subvenciones del 0,7 a actividades de interés social.