«Creedme»: La importancia de creer a las víctimas de violencia sexual

Por Conchi Hernández Cabrero Equipo de voluntariado del Observatorio de Violencia


Marie no tuvo una vida fácil ya que fue abandonada por sus padres biológicos y durante su infancia y juventud pasó por numerosas casas de acogida y por diferentes colegios por todo el país. Con 18 años pudo independizarse sola y alquilar un apartamento pero en agosto de 2008 un hombre desconocido entró en su apartamento mientras ella dormía y la violó. El agresor le hizo algunas fotografías y la amenazó con publicarlas si acudía a la policía.

Marie decidió ir a la comisaría de Lynnwood (EEUU) para denunciar la violación sin poder llegar a imaginar que su pesadilla solo acababa de empezar. La actitud de Marie durante el relato de los hechos fue fría y sin emoción lo que desconcertó a la policía que esperaba una reacción más visceral, expectativa basada únicamente en sus propios prejuicios. No solo la policía tenía dudas si no que tampoco sus más allegados la creían ya que ella con frecuencia intentaba llamar la atención, algo lógico por otra parte teniendo en cuenta su biografía marcada por el abandono. Personas de su entorno llegaron a declarar que “había algo en su forma de contarlo que me hizo preguntarme si la habían violado de verdad. Era su tono de voz. No había ninguna emoción, era como si me contase que se había hecho un sándwich” o «Me pareció que me estaba contando el guion de un capítulo de Ley y orden”.

La policía volvió a citar a Marie para interrogarla, esta vez siguiendo la “Técnica Reid”, un método de interrogatorio persuasivo que suele utilizarse con los sospechosos de algún delito. La víctima se había convertido en sospechosa y se enfrentaba a una pena de hasta un año de cárcel si se demostraba que había denunciado falsamente. Las dudas sobre la veracidad de su testimonio se basaban únicamente en la sensación que tenía la policía de que mentía ya que no existían pruebas que señalaran en esa dirección. Marie, debido a la presión sufrida, termino confesando que se lo había inventado todo e incluso llegó a firmar una declaración en la que decía: “Me han pasado muchas cosas últimamente, quería salir con alguien y todo el mundo estaba ocupado, así que me inventé la historia sin sospechar que llegaría tan lejos”.

Es importante señalar que no todas las víctimas reaccionan igual después de sufrir una agresión sexual. La respuesta va a depender la combinación de muchos factores relativos tanto a la víctima como a la situación experimentada. De hecho, es frecuente que tras un suceso traumático la víctima presente una reacción de sobrecogimiento que se caracteriza por abatimiento, pobreza en las reacciones e incredulidad.

La historia llegó incluso a los medios de comunicación y pusieron su caso como ejemplo de un aparente incremento de denuncias falsas. Pero, como suele suceder en la mayoría de los casos de agresión sexual, la denuncia resultó ser verdadera. Unos años después se detuvo a Marc O’Leay, violador en serie del que se demostró sin duda que había violado a Marie ya que, entre otras cosas, encontraron en su ordenador las fotografías que le hizo el día de la agresión.

Christian Miller y Ken Armstrong realizaron una exhaustiva investigación sobre este y otros casos similares y la publicaron como un ensayo recibiendo en 2016 el premio Pulitzer. Este viernes día 13 de septiembre se estrena en Netflix una miniserie llamada «Creedme» basada en este ensayo. Este tipo de libros y de productos audiovisuales son necesarios ya que pueden servir para hacer llegar a la sociedad la realidad y concienciar acerca de la importancia de apoyar a las víctimas.

Por desgracia, esta historia no es única ya que las víctimas de agresiones sexuales se enfrentan con frecuencia a no ser creídas siendo este uno de los principales motivos por los que no se atreven a denunciar. La victimización secundaria consiste precisamente en la inadecuada atención que recibe la víctima por parte de las instituciones. En víctimas de agresiones sexuales es frecuente su continuo cuestionamiento ya que cuando se denuncian estos delitos es muy difícil, por las características del delito, aportar pruebas que no sean la propia declaración. Las personas en contacto con las víctimas deben tener formación especializada y tienen a su disposición manuales de buenas prácticas para evitar la revictimización. La veracidad de un testimonio solo la puede determinar un profesional especializado dentro de un contexto judicial.

Muchas agresiones sexuales se silencian por el miedo de las víctimas a no ser creídas. Hay que tener en cuenta que las denuncias falsas son la excepción en este tipo de delitos. Recientemente la Fiscalía General del Estado ha publicado sus memorias del año 2018 y alerta de un incremento del 23,7% en agresiones sexuales siendo registrados en total 6.119 procedimientos.

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