Pese al progreso en la igualdad de género en los últimos años, y la puesta en debate de la corresponsabilidad de las mujeres entre la vida laboral y familiar, es necesario subrayar algunas cuestiones relevantes.
Es innegable que el patriarcado adapta nuevos instrumentos para salvaguardar sus intereses en un mundo de continuos cambios. La diferenciación entre espacio masculino (esfera pública) y espacio femenino (esfera privada) sigue vigente, sin embargo, con nuevos matices. Antes que nada, es necesario recordar que el espacio público esta caracterizado por las cuestiones políticas, sociales y económicas y, el ámbito privado, se asocia a los cuidados.
Resulta interesante considerar que los cuidados se diferencian entre objetivos y subjetivos. ¿A qué nos referimos con esto? Mientras que los cuidados objetivos son aquellos que se identifican fácilmente: bienes y servicios; lo subjetivos hacen referencia a las relaciones y emociones. En este último caso, este tipo de cuidados quedan sumergidos a la invisibilidad, careciendo de valor en el nuevo contexto social.
Cierto es que la figura del hombre ha ido adquiriendo responsabilidades en el hogar, y aparentemente la diferenciación entre espacios y actividades queda más difusa. Sin embargo, las cuestiones relacionadas con el ámbito afectivo se siguen asociando a las mujeres. Por lo tanto, la gestión de las relaciones familiares y también, de las relaciones exteriores por parte de los miembros de una familia, recae en el papel asignado socialmente a la mujer. Debido a los continuos roles y estereotipos de género que acaban adquiriendo nuevas formas, los roles se siguen marcando desde edades muy tempranas, reproduciendo ideas como «ellas siempre son más emotivas«.
La gestión relacional, emocional y afectiva forma una red de apoyo en cuestiones como: estabilidad física, relaciones de trabajo… en definitiva, el bienestar de las personas.
Si tan importante son estas actividades, ¿por qué no han contando con su debido reconocimiento? Bueno, sin caer en la redundancia, no podemos pasar por alto la fuerte influencia patriarcal en todos los ámbitos y la defensa de sus intereses en la actualidad (el predominio masculino sobre el femenino). La figura del hombre identificado públicamente como figura independiente, nos permite orientarnos -una vez más- al ámbito económico (producción).
Los sistemas económicos han dependido siempre de la fortaleza del ámbito doméstico. Es necesario facilitar la producción en el sistema económico, compatible a una biología social adaptada a su funcionamiento actual. Es decir, el desarrollo de la sociedad tal como la conocemos, reclama unas condiciones que respalden su permanencia. En resumen, la estabilidad emocional de las personas es el cuidado invisible de la vida cotidiana y forma parte de las necesidades básicas de nuestra vida, que a su vez, permiten el desarrollo de la sociedad tal como la conocemos.
El bienestar social, recae en nuestras manos.
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