“No quiero morir”, el grito de la sociedad turca contra los feminicidios

Por Conchi Hernández Cabrero Equipo de voluntariado del Observatorio de Violencia


El pasado 18 de agosto Emine Bulut, de 38 años, fue asesinada por su exmarido en una cafetería, ante la mirada de varios testigos entre los que se encontraba su propia hija de 10 años. El asesinato fue grabado y difundido posteriormente en redes sociales. El vídeo ha conmocionado a la sociedad y ha abierto un intenso debate sobre el grave problema de violencia de género presente en Turquía.

En respuesta al brutal asesinato se han producido multitudinarias manifestaciones por todo el país convocadas por la plataforma feminista Kadin Cinayetlerini Durduracağız (Nosotras detendremos los Feminicidios). “No quiero morir”, una de las últimas frases pronunciadas por Emine antes de morir, se ha convertido en el grito de la sociedad turca contra los feminicidios. El objetivo de este activismo es que el gobierno tome medidas efectivas para luchar contra la violencia machista. Entre las medidas que proponen se encuentra que se aplique la legislación actual vigente en Turquía (Ley 6284 o Ley de protección de mujeres contra la violencia) y que se cumpla el Convenio de Estambul firmado por Turquía en 2011. El Convenio, promovido en 2001 por el Consejo de Europa, tiene como objetivo la prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres.

Expertas y expertos de la Comisión Europea que analizan la aplicación del Convenio señalan que no hay suficientes datos que demuestren que en Turquía los casos de violencia se investigan y procesan de manera efectiva.
Gülsüm Kav, directora de la asociación Kadin Cinayetlerini Durduracağız, manifiesta que “las autoridades hacen la vista gorda en muchos aspectos. Por ejemplo, se debe aplicar una multa cuando se viola la orden de alejamiento, pero en la mayoría de casos no se hace. También conocemos muchos casos de policías que presionan a las mujeres para que no denuncien». Desde la asociación afirman que «Las mujeres ya no permanecen en silencio contra la violencia y los asesinatos machistas, luchan».

El partido gubernamental AKP calificó el asesinato de Emine como “herida social” y anunció un nuevo proyecto de ley contra la violencia machista que propone, entre otras cosas, evitar la reducción de la pena por “buena conducta” o por “provocación” en condenados por feminicidio. Estas declaraciones se toman con cierto escepticismo ya que el presidente turco y líder del partido islamista AKP, Recep Tayyip Erdogan, declaró recientemente que el Convenio «pone en peligro la integridad familiar».

El problema de Turquía con la violencia machista no es nuevo ya que desde hace años la cifra de asesinatos va en aumento y las asociaciones feministas llevan denunciándolo desde entonces. Es difícil determinar las cifras exactas de casos violencia de género en Turquía ya que no existen apenas datos oficiales. Kadin Cinayetlerini Durduracağız estima que al menos 214 mujeres han sido asesinadas en los primeros seis meses de 2019. Esta misma asociación ha elaborado un gráfico que contabiliza los asesinatos producidos desde el año 2010 y los divide por zonas. Según el gráfico la mayoría de las mujeres asesinadas (40,7%) tienen entre 26 y 40 años. El asesino suele ser el esposo (40,6%) o el novio (11,4%). La mayoría de feminicidios se producen cuando la mujer decide acabar la relación o divorciarse.

En noviembre de 2018, el Ministerio de Interior ofreció por primera vez una cifra de feminicidios, contabilizando cerca de unos 20 asesinatos al mes, cifra que coincide con la agencia de prensa Bianet, que hace un seguimiento mensual de la violencia contra las mujeres. Según Bianet, 255 mujeres fueron asesinadas en 2018, mientras que Kadin Cinayetlerini Durduracağız asciende la cifra de feminicidios a 440.

El caso de Emine no es el único que ha saltado a los medios de comunicación, Muhterem Göçmen asesinada en 2013 o Sule Çet una estudiante violada y arrojada al vacío en 2018 son otros casos que han sido expuestos en los medios para llamar la atención sobre el problema. Casos tan estremecedores y mediáticos como estos ayudan poco a poco concienciar y movilizar a la sociedad contra la violencia hacia la mujer.

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