“Parar la ciudad”. Nuevo protocolo del ayuntamiento de Barcelona para actuar contra la violencia machista

El ayuntamiento de Barcelona pone en marcha un nuevo protocolo para mejorar las estrategias de reacción frente a las agresiones machistas.

Dicho protocolo consta de dos partes. Una relativa a la comunicación externa cuando se produce un feminicidio, y otra referente a la labor interna.

Según este procedimiento, en materia de comunicación externa se han trabajado las formas y el contenido a la hora informar sobre este tipo de agresiones fatales, así como los términos en los que se realizará el mensaje de condolencia y las convocatorias de rechazo antes estos actos criminales específicos. Se llevará a cabo un minuto de silencio, se colocará un crespón negro en el edificio del consistorio, así como en las páginas web y en las redes sociales municipales, y será anunciado en el metro de la ciudad.

También se convocará a las diversas entidades para la realización de un acto de rechazo, y se informará debidamente a los medios de comunicación.

En lo relativo a las labores internas, serán coordinados los esfuerzos de distintos agentes, tales como los Servicios Sociales, el Servicio de Urgencias y Emergencias Sociales, y los mossos. Una vez que se haya producido una denuncia, dichos agentes serán convocados en un gabinete de crisis que actuará de forma rápida y mantendrá un seguimiento constante en el desarrollo de la situación.

Resulta crucial saber organizar los esfuerzos en materia de actuación para poder frenar esta clase de agresiones. El despliegue de estos efectivos ha de poder darse de manera ordenada, rápida y efectiva. En cuanto a la comunicación externa, resulta positivo el esfuerzo invertido por tratar de sensibilizar. “Parar la ciudad” centra su labor en el intento de no pasar por alto este tipo de sucesos. No debemos caer en el error de interpretar una agresión machista como otro caso más, que se suma a la cifra incalculable de un haber que acumula victimas como números. La revictimización institucional y la apatía son dos de las peores reacciones que pueden suscitarse antes este tipo de violencia. Cuando los diferentes servicios de atención comprendan y actúen en consecuencia, protegiendo a toda costa la vida y las integridad física y mental de las mujeres violentadas; cuando la opinión pública demuestre un rechazo absoluto ante esta lacra social y se entienda así misma como agente activo al servicio del cambio; cuando las instituciones reaccionen clara y contundentemente facilitando recursos y mostrando su firme rechazo frente a este tipo de prácticas lesivas, entonces podremos hablar de una verdadera red de soporte y defensa, lista para dar batalla a la peor cara del machismo.

 

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