Por Conchi Hernández Cabrero – Equipo de voluntariado del Observatorio de Violencia
La revictimización es la repetición de la violencia contra quien ha sido previamente víctima de agresión. La persona re-experimenta el papel de víctima al revivir los momentos dolorosos y las emociones asociadas a su experiencia traumática inicial en repetidas ocasiones, y esto puede generar en ella un gran impacto psicológico.
El derecho a la intimidad esta recogido en la Constitución y el artículo 197 del Código Penal establece que la difusión de datos personales, de vídeos e imágenes de contenido sexual sin consentimiento, es delito.
El conocido como «caso de La Manada» y su relevancia mediática propició que diversas personas atentaran contra la intimidad y la integridad moral de la víctima de la violación grupal contribuyendo notablemente a su revictimización. Por este motivo, en el año 2018, la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) envió requerimientos informativos a varias personas usuarias de foros de Internet por la difusión de datos y fotografías de esta persona sin consentimiento.
Este mes de febrero un hombre de 30 años ha sido condenado a dos años de prisión por difundir una foto de la víctima de «La Manada» en Twitter y acusado de los delitos de revelación de secretos y contra la integridad moral. El acusado, que se negó a pedir perdón a la víctima en un acto de conciliación, ha sido condenado además a indemnizarla con 6.000 euros por el daño moral causado y a una multa de 4.680 euros. Esta sentencia puede ser recurrida y, en caso de ser ratificada, el acusado entraría en prisión.
La publicación, subida en diciembre de 2016, consistía en una fotografía en la que se podía reconocer a la víctima siendo agredida por uno de los violadores y acompañada del texto: «La chica supuestamente violada ha pedido que no se difunda esta imagen porque quizá pensemos que solo era una golfa borracha...». Este mensaje es claramente machista ya que desprecia a la mujer en base a estereotipos de género, la culpabiliza de la agresión que ha sufrido por haber bebido alcohol y además pone en duda su versión; otro ejemplo más de la conocida como cultura de la violación. En la sentencia no pasa desapercibido el contenido del mensaje y se pronuncia respecto a ello señalando que «el acusado, con total desprecio a todo el torrente informativo sobre el asunto, optó por colgar la fotografía con unas expresiones absolutamente desafortunadas contra la víctima, a quien ni siquiera conocía».
Uno de los alegatos de la defensa era que la chica no podía ser reconocida en la fotografía, algo con lo se que difiere notablemente en la sentencia: «No puede ser reconocida por la práctica totalidad población por un simple evidente: que no la conocemos«. Se señala que «solo se ve parte de la cara, pero es evidente que si fue advertida inmediatamente de la publicación de su foto es porque las amigas que le dieron la alarma la reconocieron«. La difusión de la imagen provocó que gente del entorno de la chica (amistades, familiares y estudiantes de su universidad), que desconocían hasta el momento su situación, la reconocieran como la víctima del mediático caso.
Se confirma que «la denunciante se ha visto ridiculizada y avergonzada y ha sufrido el temor a ser identificada por terceras personas». A consecuencia de esto se vio «obligada» a abandonar sus estudios universitarios e, incluso, a marcharse a vivir al extranjero durante una temporada.
Este no ha sido el único caso en el que se han difundido datos de una víctima de violencia sexual. El mismo día que salió la sentencia condenatoria por violación a tres ex-jugadores del Arandina se difundían por Twitter varios audios privados de la víctima, menor de edad en el momento de la agresión, con intención de desacreditarla. Dichos audios fueron revisados en la instrucción pero fueron desestimados por la Audiencia Provincial de Burgos. Las personas implicadas en la difusión de estos audios pueden enfrentarse a multas de hasta 20.000 euros y penas de máximo 5 años de prisión.
Este tipo de hechos son un reflejo más de una sociedad machista en la que aún sigue presente fuertemente la cultura de la violación y la culpabilización de las víctimas de violencia sexual. En estos casos se utilizan las redes sociales para estigmatizar aún más a la víctima ya que la información llega a mucha gente y, por tanto, el daño causado es mayor.
La Agencia Española de Protección de Datos ha lanzado recientemente la campaña #PuedesPararlo para poder denunciar a través del #CanalPrioritario la existencia de fotografías, vídeos o audios de contenido sexual o violento que circulan por Internet sin el consentimiento de las personas afectadas. Con esta simple acción podemos evitar que una persona sufra una nueva victimización y las consecuencias psicológicas que ello conlleva.
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