
Hoy en día resulta fundamental repensar los vínculos que mantenemos con nuestros pares, los cuales muchas veces han dejado de ser sanos. Parte de la construcción de vínculos compañeros y empáticos (aquellos que se ponen en el lugar del otro) tiene que ver con la aceptación de que los mismos se deben reconstruir y deconstruir constantemente, evolucionar y ser auto-criticados en relación a los tiempos y cambios que requiere la sociedad actual y la necesidad de lograr la igualdad de género como objetivo en sí mismo. Pero para ello es necesario un acuerdo de las partes y un reconocimiento de la necesidad de dejar atrás ciertas prácticas culturales que se han normativizado y que tienen relación con los micro-machismos cotidianos, en acordar vivir el vínculo como se desee y no como se impuso.
El ideal del amor romántico está plasmado en las películas de Walt Disney, importadas en series, en películas, en postales, en imágenes en redes sociales y cada 14 de febrero. Según el mito, para cada joven del mundo hay una joven destinada y viceversa, lo que supone la adopción de otros que tienen que ver con el ideal de la media naranja, el mito de la exclusividad, de la fidelidad, de la perdurabilidad, del matrimonio o convivencia, y de la omnipotencia, entre otros. Romper con esos patrones establecidos culturalmente cuesta y mucho, pero es posible dejar de lado la heteronormatividad para plantearnos realmente cuales son nuestros deseos y los de las personas con las que decidimos construir un vínculo afectivo. Para ello es fundamental cuestionar tanto nuestros pensamientos como los de los que nos rodean y construir desde otros lugares que tienen que ver con la empatía, el respeto y la igualdad de condiciones.
Para evitar seguir con involucración en vínculos tóxicos, de celos, control, manipulación y distintos tipos de violencia, es necesario antes que nada, reconocer que de eso no se trata el amor, aunque eso nos hayan hecho creer. Y segundo, contribuir a la construcción de amores compañeros a través de la responsabilidad afectiva, lo que significa dejar de lado las prácticas individuales para pensar en lo colectivo, en el otro u otra, y en nosotros y nosotras.
Estos últimos se construyen desde la libertad, la comprensión, el respeto, el repensarse, el replanteo, la queja ante la injusticia, la aceptación del no como respuesta, la interpelación, la de- y re-construcción, dando espacio, dando aliento… Es recíproco y positivo. Lo que para una persona es importante, siempre debería ser un… «para mi también». Apoyarnos es complementarnos, y en los vínculos entre pares las cosas son más justas y compañeras. Florecemos, nos nutrimos y es mutuo. Ser iguales sin importar nuestro género.
Para ello es inevitable dudar y cuestionarse en todos los planos cotidianos de la vida. Interpelar a quienes nos rodean cuando consideramos que sus acciones no son las adecuadas porque juzgan, discriminan, condicionan, manipulan, y son destructivas, aunque ello signifique alejarse de quienes no comprenden y no responden a las demandas que para nosotros y nosotras son importantes y eso requiera muchas veces romper con vínculos sostenidos en el tiempo.
Para más información consulta los siguientes enlaces