Por Mavi González Canalejas – Equipo de voluntariado del Observatorio de Violencia
Otra vez hemos vuelto a temblar ante la decisión del Tribunal Superior de Navarra, que ha desestimado el recurso de apelación en el caso de la “manada” y sigue creyendo que lo mejor para sus miembros es estar en libertad.
Con estos datos, empezamos el segundo mes del año con una nueva agresión sexual en grupo. El pasado domingo 3 de Febrero, se denunciaba el tercer caso de violación grupal en lo que va de año en Sabadell, y el año acaba de empezar.
Con esta agresión son más de 90 las detectadas desde aquel fatídico San Fermín de 2016 según el Observatorio para la violencia Sexual (Geo Violencia Sexual), aunque anteriormente ya habían sido denunciadas alguna más.
El número asusta y no puede ser de otra forma, ya que de los casos documentados al menos dos de cada tres fueron violaciones con penetración.
En muchos de ellos se utilizó la violación para grabarla, pornificarla y subirla a redes sociales.
Una búsqueda rápida en cualquier navegador nos da una idea de lo que muchos jóvenes buscan imitar, jóvenes que quieren satisfacer fantasías sexuales o destacar entre sus iguales como “machitos”.
A nivel internacional tenemos casos registrados en casi todo el mundo, lo que indica que no parece ser algo aislado, sino un efecto dominó que corre a lo largo del planeta y cuyas víctimas somos las mujeres, por el simple hecho de serlo.
Mujeres violadas por diversión, utilizadas como botín de guerra, sodomizadas para cumplir fantasías sexuales…
Todo sostenido por la piedra angular del patriarcado, esa piedra que lleva grabada la inscripción de que estamos en este mundo para ser sometidas a los deseos de los hombres.
Pero, ¿qué hace la justicia para remediar estas atrocidades?
La justicia sigue siendo patriarcal, sesgada y eso se ve en sentencias suaves, mínimas y de poca repercusión para los agresores que hace que estos se sientan aún más empoderados a la hora de cometerlas.
Parece que todo lo que marca la Ley con respecto a la Violencia de Género es papel mojado a la hora de llegar a los tribunales, que prácticamente ponen a la víctima en el papel de la responsable del acto. Tampoco convencen las sentencias que además vuelven a victimizar a la mujer que sufre la violación y prácticamente es a ella a quien condena a estar encerrada en casa lejos de sus agresores.
Tenemos una maravillosa Ley Contra la Violencia de Género, un Convenio de Estambul que ratifica y añade agresiones que no estaban contempladas en la Ley y la obligatoriedad en ambas de educar y coeducar en Igualdad para que no pase esto, la obligatoriedad de que todos los estamentos sociales se formen en perspectiva de género, pero eso queda en el papel, la realidad es bien distinta.
También sería necesario revisar lo que la Sociedad hace con respecto a los agresores, porque la víctima/superviviente acaba siendo estigmatizada en todos los medios, en ocasiones tiene que dejar su ciudad por miedo, o su trabajo, mientras ellos siguen campando a sus anchas y bajo el manto de silencio de sus empresas, amigxs y compañerxs.
Muchos de los agresores de las últimas agresiones sexuales en grupo se han ido de rositas porque precisamente la Ley dice que debe prevalecer la presunción de inocencia, véanse las manadas lucenses, precedentes de la manada de San Fermín.
Y mientras nosotras seguimos gritando en las calles, alzando la voz y luchando para que de una vez por todas se haga Justicia.
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